El 17 de noviembre, el cosmonauta ruso Serguéi Rízhikov selló la grieta con un parche elaborado de goma y papel aluminio, y la corporación espacial rusa Roscosmos expresó su esperanza de que la fuga ya quede eliminada.
Al día siguiente, el miércoles, los tripulantes cerraron la escotilla de la cámara intermedia del módulo Zvezda, donde se localiza la grieta, para comprobar la hermeticidad.
En la madrugada del jueves 19, la escotilla fue abierta y Rízhikov comunicó al centro de control de vuelos, en Rusia, que la presión en el compartimiento "averiado" bajó de 736 a 685 milímetros de mercurio.
El problema de la fuga de aire fue detectado en septiembre de 2019. Un año después la velocidad de la fuga se quintuplicó.
Roscosmos aseveró que la fuga no supone amenaza para la vida de los tripulantes de la EEI ni para el vuelo de la plataforma orbital y afirmó que los especialistas estaban pensando cómo sellar la grieta definitivamente.
En noviembre, el responsable del vuelo del segmento ruso de la EEI, Vladímir Soloviov, dijo que en diciembre posiblemente envíen nitrógeno para completar la atmósfera de la estación y además enviarán material para sellar la grieta.
Sin embargo, el lanzamiento de la nave de carga Progress MS-16 se aplazó para febrero de 2021 por la necesidad de hacer unos chequeos adicionales.
Actualmente están trabajando en la estación orbital los rusos Serguéi Rízhikov y Serguéi Kud-Sverchkov, los astronautas norteamericanos Kathleen Rubins, Shannon Walker, Michael Hopkins y Victor Glover, y el japonés Soichi Noguchi.