La bandera argentina flameó por primera vez en lo alto de un mástil de las Islas Malvinas el 6 de noviembre de 1820, luego de que el coronel David Jewett, comandante de la marina de guerra argentina, tomara posesión del territorio en favor del país sudamericano. A 200 años de aquel hito, y con una cruel guerra y varios cambios de gobierno en el medio, los argentinos se enfrentan al desafío de mantener el espíritu de aquella gesta entre los más jóvenes.
En una de sus publicaciones fundacionales en Facebook, el grupo adelantaba que tenía por objetivo "reunir y conservar la verdadera historia de Malvinas y transmitirla a las futuras generaciones para mantener presente y activa la causa". Desde su creación, el movimiento se definió como "un movimiento juvenil patriota pero no político-partidario, que busca jóvenes argentinos que se sientan unidos en su amor a la Patria y a la recuperación de las Islas Malvinas y del Atlántico Sur mediante estrategias pacíficas".
Adrián Sandoval, uno de los fundadores del grupo, contó a Sputnik que él tenía nueve años cuando Argentina tomó posesión de las islas el 2 de abril de 1982, día que significaría el inicio de una feroz guerra entre Argentina y el Reino Unido que dejó 649 argentinos muertos, más de 1.600 heridos y a una generación de combatientes que, si bien pudo regresar, sufrió graves consecuencias físicas y psicológicas en los años siguientes.
Sandoval recordó que, a pesar de ser niño, estaba al tanto de lo que significaba aquella "perla austral perdida" que Argentina intentaba recuperar con esos primeros soldados enviados al Atlántico Sur. "Cuando se recuperan las islas fue una alegría y por más que era chico me quedó ese orgullo de aquel soldado que uno veía que recuperaba aquello que se había perdido", complementó.
La idea de conformar el movimiento comenzó a gestarse años después de la guerra, cuando Sandoval, ya adulto, conoció a algunos veteranos de la guerra y comprobó las dificultades que habían vivido los sobrevivientes al regresar al continente y que se incrementan con el paso de los años.
"Tenemos el problema de que está falleciendo, en promedio, un veterano por día", advirtió Sandoval, señalando que muchos de los que pierden la vida lo hacen por distintos tipos de cáncer provocados, muchas veces, "por la angustia y el shock postraumático" generado por la guerra. "Estamos hablando de que está falleciendo gente joven, que en su mayoría tiene entre 55 y 60 años", alertó.
Esa situación motivó a los fundadores del Movimiento Jóvenes por Malvinas a buscar la manera de registrar los testimonios de los veteranos y de incentivar la realización de charlas en escuelas y secundarios de Argentina.
En efecto, los testimonios compartidos con los más pequeños suelen centrarse en anécdotas que ilustran cómo los soldados argentinos buscaban sobrellevar las carencias con unidad y compañerismo, ya sea "compartiendo una galleta entre tres" o arriesgando la vida para salvar a un compañero herido ante el asedio de un francotirador inglés.
Sandoval destacó cómo los niños y adolescentes suelen quedar "impactados" al escuchar los testimonios de los veteranos.
"Uno no va a dar una charla bélica, uno va a contar una historia de amor que reivindica las historias de nuestros soldados pero con amor. Toda guerra es cruel y es lo peor que puede pasar pero si sacamos todo eso, empieza a decantar lo bueno y hay hechos de amor en medio de un infierno", explicó Sandoval.
El activista no ocultó su propia sorpresa cuando descubre a "pibes de 16 o 17 años enmudecidos, lagrimeando" con las historias de los veteranos de guerra. Mucho más cuando se imagina que esas generaciones de jóvenes son las que en el futuro "quizás sean las que se van a juntar en una mesa de negociación ante Naciones Unidas para reclamar nuestra soberanía".
Para Sandoval el diálogo es el único camino posible para que Argentina recupere las islas. En ese marco, puso como ejemplo algunos logros importantes conseguidos a través del diálogo como el de los familiares de víctimas de la guerra que consiguieron que las autoridades de las islas les permitieran desplegar una bandera argentina —algo expresamente prohibido en las normas de convivencia de los isleños— durante una visita al Cementerio de Darwin, donde fueron sepultados los argentinos fallecidos en combate.
Luchar contra el olvido
Uno de los desvelos de Sandoval y el resto de los integrantes del movimiento —unos treinta en Buenos Aires y otros tantos en las provincias de Mendoza y Córdoba, por ejemplo— es evitar que se pierda el sentimiento patriótico que hizo que los ingleses se sorprendieran del coraje de los inexpertos soldados argentinos.
"El amor a la patria estaba instaurado en nuestra sociedad. Hoy hay una cantidad de jóvenes que están emigrando porque no se sienten cómodos por la inseguridad y la falta de trabajo y nadie que no se sienta cómodo o no ame a su tierra la puede defender. Si vos no querés tu casa no la vas a cuidar, no la vas a arreglar, te va a dar lo mismo una cosa que la otra. Creo que eso pasa también a nivel país", reflexionó.
Para Sandoval, lese espíritu nacionalista que se veía en aquellos soldados se perdió con los años en el marco de lo que, consideró, un "trabajito muy fino" que se hizo sobre la sociedad argentina. "Se empezó a decir que ese patriotismo había que matarlo, que ese amor a la patria había que bajarlo y no nos fuimos dando cuenta cómo se fue perdiendo nuestra idiosincrasia y se fueron arraigando otras culturas", añadió.
Con el combate al olvido como centro, el Movimiento Jóvenes por Malvinas también busca que las nuevas generaciones se acerquen a colaborar con los familiares o que incluso homenajeen a los caídos bautizando con sus nombres alguna parte de sus centros de estudio