Las guerras y disputas territoriales son habituales en los humanos y de hecho son parte fundamental de nuestra naturaleza y no "un invento moderno", recuerda el biólogo evolutivo de la Universidad de Bath, Nicholas R Longrich, en su artículo para The Conversation. Incluso nuestros parientes más próximos del mundo animal, los chimpancés, también atacan y matan a los machos de bandas rivales. Y esto es así desde tiempos ancestrales.
Al igual que nosotros, "usaron el fuego, enterraban a sus muertos, crearon joyas con conchas marinas y dientes de animales, hicieron obras de arte y santuarios de piedra".
El científico agregó que numerosos hallazgos arqueológicos demuestran que los neandertales usaban armas no solo para cazar animales salvajes, como ciervos, alces o mamuts. También podrían haber sido utilizados en conflictos internos. En particular, algunos de los restos encontrados "muestran traumatismos craneales" o fracturas en los brazos "causadas al protegerse de los golpes". Por ejemplo, un neandertal hallado en la cueva Shanidar, ubicada en Irak, tenía una lanza en el pecho, "un trauma especialmente común en los varones jóvenes neandertales".
Sin embargo, el conflicto más misterioso entre los neandertales y los Homo sapiens ha sido una guerra prolongada que duró más de 100.000 años, un período durante el cual los neandertales trataron de "resistir la expansión humana moderna". En su artículo, el investigador británico compartió un esquema que muestra cómo podría haber sido la expansión del Homo sapiens moderno por el planeta.
"¿Por qué más habríamos tardado tanto en salir de África? No porque el ambiente fuera hostil, sino porque los neandertales ya estaban prosperando en Europa y Asia", subrayó Longrich.
El autor del artículo sugirió que el crecimiento de la población de Homo sapiens obligó a los humanos a adquirir más territorios, y esto fue lo que derivó en un conflicto prolongado con los neandertales.
Sin embargo, con el tiempo, la situación dio un giro. El autor del artículo supuso que podría haber sido la invención de armas de rango superior, como arcos, propulsores y tirachinas, lo que permitió a los humanos modernos finalmente ocupar los territorios habitados por los neandertales. O quizás fueron las mejores técnicas de caza y recolección lo que ayudó a los sapiens a obtener una superioridad numérica en la batalla, señaló.
"No habría sido una guerra relámpago", explicó Longrich.
"Al final ganamos, pero esto no se debió a que los neandertales estuvieran menos inclinados a luchar. Simplemente mejoramos en la guerra", concluyó.