A partir del 2 de noviembre el Gobierno alemán endurece las medidas anti-COVID en el país. Se cerrarán los teatros, cines, salas de concierto, mercados al aire libre, parques de atracciones y saunas. Además, tendrán que dejar de trabajar los locales de gastronomía: bares, clubes y restaurantes, excepto los que venden comida para llevar y comedores en las fábricas.
Afirman que el Gobierno no supo aprovechar el tiempo desde abril para preparar a la población y la economía para una segunda ola de coronavirus. Según ellos, era de predecir que las instituciones médicas estarían trabajando al borde de sus posibilidades, que sería imposible rastrear las cadenas de infección y que no habría suficiente personal en los hospitales.
"Solo que el Gobierno no hizo nada. La infección en los establecimientos gastronómicos, según el Instituto Robert Koch, es inferior al 3%. Sin embargo, ahora nos han anunciado una prohibición nacional de la profesión", exclamó Brinkmann.
"¿En serio afirma que salva la economía cerrando la gastronomía? ¿No formamos nosotros, con más de 2,5 millones de puestos de trabajo, parte de la economía?", añadió Bubinger.
Los cerveceros dicen que muchos políticos visitan sus locales con frecuencia, así que además de Merkel, en la lista negra resultaron el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, el ministro presidente del estado de Baviera, Markus Soder y el alcalde de Berlín, Michael Muller.