"Lo tiré en un borsch [una sopa típica] y le di un trozo a mi gato. El gato no lo comió. Me levanté por la noche y veo que... ¡el pollo brilla!", escribió la mujer.
La mujer explicó que para entonces ya había comido el borsch. Decidió tirar el resto de la carne de pollo a la basura. Sin embargo, los rastros de grasa en sus manos también brillaban.
En respuesta a la publicación, los usuarios de las redes sociales sugirieron que el supermercado podría utilizar mezclas de fosfato para prolongar el período de conservación de la carne. Otros sugirieron que el brillo del pollo era causado por bacterias raras en su piel.