El estudio correspondiente fue realizado por la Universidad Federal del Extremo Oriente (UFLO) ruso con participación de sus colegas de Japón.
Los científicos advirtieron que los eritrocitos muertos son capaces de afectar las neuronas del cerebro, vasos sanguíneos y los órganos que empiezan a experimentar la falta del oxígeno. En casos más graves incluso pueden dejar de funcionar.
"La descomposición prematura de los glóbulos rojos es una reacción primaria al virus SARS-CoV-2, que gradualmente se convierte en una cascada. El paciente puede enterarse de la patología sintiendo el sabor a hierro, ya que la hemoglobina liberada por los eritrocitos en el torrente sanguíneo se excreta en la saliva", se desprende del comunicado oficial de UFLO.
La terapia más eficaz en este sentido es inyectar a la persona una masa de eritrocitos con vitamina B12.
Entre los más vulnerables al coronavirus se encuentran las personas con un nivel reducido de hemoglobina en la sangre: adultos mayores, pacientes que padecen hipertonía o diabetes, sufren de obesidad, están infectados con el VIH o tienen cáncer.
Los científicos reafirman que el virus ataca la médula ósea roja, cuya función es regular la circulación de las células sanguíneas.
Según ella, la fibrosis pulmonar —la consecuencia más común del COVID-19— se produce por la cantidad anormal de megacariocitos "tirados" en la sangre. La fibrosis, cuando el tejido se vuelve grueso y duro, se puede contemplar también en otros órganos: hígado, riñones, bazo, páncreas o tiroides.
Se indica que para el estudio se analizaron muestras del tejido pulmonar de 79 pacientes fallecidos a causa del COVID-19 confirmada por el PCR. Sus resultados fueron publicados en la revista Archiv EuroMedica.
Las investigaciones continúan y en la siguiente etapa se estudiarán los vínculos entre células para entender cuáles de ellas hay que estimular cuando la enfermedad pase a una fase grave.