La inversión extranjera directa (IED) a nivel global llegó apenas a 399.000 millones de dólares durante la primera mitad de 2020. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), esta cifra representa un 49% de lo desembolsado en el mismo periodo del año anterior.
Para el doctor Moritz Alberto Cruz Blanco, esta caída no revela necesariamente un problema, pues hay dos teorías sobre los efectos de esta inversión realizada por los individuos fuera de sus países. Una —propia de la visión neoliberal— que la entiende como "siempre benéfica". Pero también hay otra —con la que concuerda— que ve en ella "más costos que beneficios".
"Tenemos por un lado todos los argumentos sobre (…) traer inversión y generar empleo; sobre traer tecnologías que generalmente ese país no tiene y provocar en el proceso impuestos que se quedan en el país e incluso traer divisas y demás", explicó a Sputnik el economista del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
"Hemos observado que los empleos generados son de bajo salario en comparación con las matrices de donde son esas empresas. Generalmente llegan al país bajo ciertas condiciones como el no pago de impuestos en el corto plazo y la repatriación de todas las ganancias. Además compran los insumos a sus propias compañías, por lo que aumentan las importaciones", señaló el economista.
"Además agotan los recursos naturales, porque no siempre son manufactureras las que llegan. En general son mineras o petroleras y en el proceso agotan los recursos de ese país y los contaminan. La tecnología tampoco la descubren por completo, así que no hay una transferencia de tecnología total ni adecuada. Todo el argumento positivo es una falacia, en términos generales", agregó.
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