La segunda ola de pandemia ha barrido todo el continente europeo. Las cifras están en alza y los países se apresuran a tomar medidas como el cierre de establecimientos o el toque de queda. Lo hacen para detener el alcance de una nueva mutación del coronavirus SARS-CoV 2. Una cepa detectada en junio y que según un estudio preliminar podría estar tras este repunte de otoño. Una variante que fue localizada por primera vez en España y Países Bajos.
La apertura de fronteras en Europa y la llegada de turistas fomentó su salto a otros países. En el Reino Unido, el 20A.EU1 representa el 90% de los positivos; en Irlanda, el 60%, y en Suiza y Países Bajos, alrededor del 35%. Esta variante también se puede encontrar en Francia, Noruega, Bélgica y Letonia. Según los científicos, "es una de las más frecuentes de Europa". No obstante, se ha dado algún caso fuera del continente, como en Hong Kong o Nueva Zelanda.
El estudio concluye que el turismo podría estar tras la diseminación del virus. "Los cierres de fronteras duraderos y las restricciones severas para viajar no son factibles ni deseables, pero a la vista de la extensión de la variante 20A.EU1 parece claro que las medidas implementadas a menudo no fueron suficientes para detener la transmisión de las variantes introducidas este verano".
"Es fundamental identificar mejores formas de abrir los países sin correr el riesgo de tener un aumento de los casos", ha alertado la directora del estudio, la genetista Emma Hodcroft, de la Universidad de Basilea.
La investigación, en la que participan los españoles Iñaki Comas y Fernando González, también indica que no hay ninguna prueba que indique que la nueva variante de virus sea más transmisible o virulenta que anteriores.