El trabajo "Conciencia y Sustancia" empezó en los primeros días de la cuarentena en Argentina y relevó datos de 5.300 jóvenes de entre 20 y 30 años. Se realizó con el objetivo de ser un puntapié inicial para estudiar con mayor profundidad el uso terapéutico de las drogas psicodélicas o alucinógenas.
"Las drogas psicodélicas son moléculas psicoactivas que generan un efecto en nuestro cerebro que nos lleva a un estado de conciencia distinto al habitual. Provocan distorsiones en nuestros sentidos, tanto en los clásicos como el tacto y la vista como en el sentido del yo, del tiempo y las emociones", explicó la doctora en física e investigadora del Conicet, Carla Pallavicini, que formó parte de este estudio.
Añadió que dentro de los psicodélicos clásicos se encuentran el LSD, la psilocibina contenida en los hongos mágicos, la dimetiltriptamina —que es el principio psicoactivo de la ayahuasca— y la mescalina que se encuentra en distintos cactus como el San Pedro. Otras drogas de la misma familia son el MDMA y el éxtasis.
También realizaron preguntas respecto al estado psicológico de las personas en relación con algunos aspectos claves como apertura, responsabilidad, extroversión, amabilidad y neuroticismo. Y otras relacionadas con el estado actual del individuo, como ansiedad, resiliencia, bienestar y afecto positivo.
"Encontramos que el consumo de psicodélicos genera una diferencia en un rasgo de personalidad llamado apertura. Este tiene que ver con cuán abiertas están las personas a nuevas experiencias y a adquirir nuevos conceptos en su mente, es lo opuesto a la terquedad", dijo Pallavicini.
Otra conclusión que obtuvieron del trabajo fue que quienes consumieron drogas psicodélicas ceremoniales —como la ayahuasca y el San Pedro— tenían emociones más positivas que los consumidores de otras sustancias. A su vez, quienes declararon no consumir ninguna droga presentaron mayor resiliencia durante la cuarentena.
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