El sexo dejó de ser una 'fruta prohibida' para los jóvenes y adolescentes, y es una de las razones principales de por qué ha cambiado su actitud, afirman los psicólogos.
Con el desarrollo de la educación sexual y las discusiones sobre la vida íntima que hoy en día se exhiben, cada vez con más frecuencia se ve destruida la imagen romántica creada en torno al sexo por la cultura antigua.
Si antes de la revolución sexual parecía algo prohibido y por tanto atractivo, los adolescentes modernos piensan que el sexo no tiene nada de especial, por lo que valdría la pena esforzarse y construir una relación que llevase a una intimidad sexual.
Porno. Mucho porno y masturbación
El deseo sigue en su lugar, pero en vez de buscar como mantenerlo en una relación, los jóvenes de hoy acuden a un medio mucho más accesible y eficaz: la pornografía. Las actrices y actores nunca dicen un 'no', están disponibles en cualquier momento 24 horas, tan solo necesitas hacer un par de clicks con el ratón.
El acceso al porno es un gran problema cuando un adolescente se expone a este contenido sin estar física y psicológicamente preparado para esto, afirma Liya Zhuravliova, psicóloga sexual del servicio en línea YouTalk. Según ella, el porno crea expectativas demasiado altas sobre el acto sexual.
En el mundo perfecto de películas porno un acto sexual dura más de media hora, se cambia una decena de veces de posición y los amantes llegan al orgasmo al mismo tiempo. Todo esto crea expectativas extremadamente altas "y cualquier discrepancia en estas expectativas puede contribuir a la inseguridad y al miedo al fracaso antes de tener sexo”, añade Zhuravliova.
La intimidad se basa en la confianza, transparencia y la habilidad de aceptar a otra persona tal como es, lo que le hace vulnerable a uno. Este se ve obligado a correr un riesgo y surge el miedo de ser abandonado, traicionado o engañado. Y muchos simplemente no están preparados para estos sacrificios asegura Márkina.
Desarrollo personal
Otro punto importante es que los jóvenes modernos de 20 a 35 años, si no tienen prisa por entrar en una relación es por que se enfocan en su desarrollo personal. Para ellos es más importante realizar sus propósitos individuales: viajar, divertirse, hacer carrera y crecer como persona.
Esta lógica individualista también trae ciertas dificultades a nivel psicológico, afirma el especialista.
"La incapacidad para establecer una relación de confianza, la falta de apoyo emocional en una pareja, la presión psicológica y la ansiedad por su propio futuro, el miedo de pasar por un 'fracasado' y 'débil' son los resultados de este enfoque, señala Kotliárov.
Estrés y ansiedad
Los sexólogos también reconocen que un alto nivel de estrés y ansiedad en la vida moderna pueden provocar depresión y como consecuencia, una descenso de la libido. Vivimos en un ritmo acelerado, en un ambiente sobrecargado de información, de expectativas exageradas, y se nos hace cada vez más difícil lidiar con este ambiente, afirma la sexóloga Liya Zhuravliova.
"Ahora hay un auge de la fatiga crónica, la inflamación crónica latente, las deficiencias de vitaminas y micronutrientes, sobre todo en las metrópolis. A veces, las personas simplemente no tienen fuerzas para las relaciones sexuales", explica.
La pandemia también hizo su parte: muchas parejas durante la cuarentena simplemente se cansaron el uno del otro y dejaron de pensar en el sexo.
La sociedad cambia, cambian las normas
Algunos sexólogos no consideran que restarle importancia al sexo sea un problema grave y proponen esperar un poco más. Su punto es que ahora el sexo ha vuelto a ser más consciente y racional.
Según la sexóloga Nazaralíeva, el sexo sí es bueno para la salud, pero su ausencia tampoco sería un gran problema.
Los jóvenes de nuestros tiempos no instan a todo el mundo a abandonar el sexo por completo, pero tratan su sexualidad de forma consciente y cuidadosa, cree Marina Fadéyeva, psicóloga LGBT. Está convencida de que ahora el sexo vuelve a ser más voluntario y aumenta su calidad. Queda más sexo bueno que malo, y por eso la gente empieza a practicarlo más tarde que la generación anterior.
"Parece que sería apropiado nombrar el siglo XXI como el siglo de la libertad sexual: la libertad de elegir uno mismo y su propia sexualidad", concluye Fadéyeva.