La historia es, dice, como la de cualquier película de Hollywood: el ejército americano invade un país y mata al presidente, o a todos. Lo único que cambia es que ese país no es uno de Oriente Medio o África, sino Cataluña. Esta Comunidad Autónoma de España proclama unilateralmente la independencia y todo se desencadena: el Gobierno central pide ayuda al Parlamento Europeo, unos terroristas secuestran una botella de Coca-Cola (símbolo supremo del imperio yanqui), el ejército americano se enfada…
Albert Pla, nacido en Sabadell hace 54 años, suele usar esas expresiones a menudo. No entiende por qué el revuelo a un referéndum, no entiende por qué esa defensa de la unidad, no entiende por qué tiene que contestar desde hace tiempo sobre política, el procés y todo lo que sucede en Cataluña. Porque, para él, tanto esa parte del mapa como el resto sólo son territorios por donde se mueve.
"España, Galicia, Barcelona, como Francia o Portugal, son territorios que yo solo distingo porque lo pone en un cartel y a veces hablan otro idioma", razona.
Para él, nada de eso importa. Es más, confiesa que hasta el siglo XXI nadie sabía que era catalán. A pesar de que ni su nombre ni su apellido engañan, de que ha compuesto discos en este idioma y de que ha interpretado la obra de poetas que enhebran versos en la lengua cooficial. También ha escrito en castellano sus grandes éxitos musicales, como cuando en 1992 dio el pelotazo con No solo de rumba vive el hombre, o su primer libro, España de mierda, de 2015.
"Después empezaron a interesarse por tu lugar de nacimiento, y empiezan a preguntarte", asegura quien ha sido protagonista de varias polémicas precisamente por este asunto.
Hace unos años, por ejemplo, el regalo de España de mierda entre concursantes de Operación Triunfo, un talent show, generaba opiniones en contra, intentos de censura o arengas de boicot. Pla lo ve así: "No sabes si te odian, si te quieren, si no puedes hablar de nada, si uno de Valladolid puede opinar sobre España o Cataluña… Es todo un lío, pero yo decidí no meterme en ese lío y matarlos a todos en una novela. Además, muchas veces es como una moda: pasa algo en Barcelona y te toca comentarlo, como si saca un disco Chenoa y te preguntan por él, o toca opinar sobre la economía de Grecia y ese es el titular".
¿Preparados? Mañana lanzamos el capítulo 1 de "España de Borbón".
— Albert Pla (@albert_pla) August 25, 2020
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De hecho, España en guerra habla de esa fragmentación, de esa equidistancia imposible en asuntos políticos. "Claro que me afecta lo que pasa, pero mis actuaciones son públicas y acepto lo que dicen. Tampoco me puedo quedar aparte si te llaman independentista, terrorista o supremacista gente de Vox. O si el PP me dice a la cara no solo que no me va a dar trabajo sino que va a intentar quitármelo. Por eso, lo que hay que hacer es mandarles a la mierda", concede, tildando de "desahogo" el libro.
"Todos los 'inputs' de fuera que me llegan para mí son una realidad virtual paralela que no tiene nada que ver con mi vida", afirma.
Volviendo al libro, Pla resume que no es más que un argumento típico de película bélica. "Es de ficción, pero cada día vemos cómo Estados Unidos llega a un país y mata a todos. Pues podría pasar aquí. En lugar de ser moros, son catalanes", señala. Su labor literaria no ha paralizado la musical. Sigue tocando y llenando salas con sus actuaciones de teatro que mezclan la dramaturgia y la canción de autor. "La realidad no me afecta a la hora de componer. Ya soy viejo y me la suda todo. Ya no quiero ni cambiar el mundo. Y solo me acojo a mi derecho de cagarme en todo".
Felipe VI también aparece como una figura representativa, que da algún que otro comunicado y no pinta mucho más. Pla cree que es una descripción más o menos oportuna del Jefe de Estado: "Cuando presentó a la infanta Leonor, en las teles catalanas había mientras imágenes de policía cargando en la calle y de contenedores ardiendo, y él ni lo sabía. Me pareció una buena imagen de ellos, porque no se enteraban de nada de lo que pasaba", cuenta antes de seguir "a lo suyo", que es crear alejado del ruido, colaborar en alguna película (como La vampira de Barcelona, de Lluís Danès, que acaba de presentarse en el festival de Sitges) o imprimir historias inventadas con bastantes similitudes a lo que nos rodea.