No es nuevo: un mensaje, la letra de una canción o incluso ciertas escenas de una película antigua sufren la ira en redes sociales y acaban siendo pasto para pleitos. Hace un año le ocurrió a David Suárez. El cómico (Santiago de Compostela, 1992) escribió un tuit el 18 de abril de 2019 en su cuenta personal que avivó las llamas de la ofensa. Decía esto: "El otro día me hicieron la mejor mamada de mi vida. El secreto fue que la chica usó muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de Down".
Justificaba la fiscal Raquel Muñoz Arnanz que "en modo alguno, el tuit puede quedar amparado en el concepto de 'humor negro' como una manifestación de la libertad de expresión y disfrazar con el ánimo jocandi lo que es un atentado contra la dignidad de todo un colectivo, mediante un acto de humillación y desprecio directo hacia el mismo".
Estas conductas desembocan en linchamientos o incluso poner en aprietos a las empresas. "En eso no me meto, porque las decisiones de cada compañía son suyas, me parezcan exageradas o no", indica quien también fue despedido de Late Motiv, el programa de Andreu Buenafuente. "En este caso, no encajé y no guardo ningún tipo de rencor", anota, alabando al presentador y al equipo. "El problema de todo esto es fácil: el mal gusto no debería ser delito", resume.
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"La realidad es que no existe el derecho a no ser ofendido", defiende, "y el humor es ficción, no es un discurso elaborado contra nadie. Es para que, durante unos segundos, te olvides de la vida, que a veces es una mierda". Suárez cuenta cómo tendemos a confundir ciertas aseveraciones ideológicas o de odio con el papel de un cómico o, sacándolo del gremio, un cantante, cineasta o escritor.
David Suárez define su humor como "negro", al límite de lo desagradable, que oscila entre lo que se puede y lo que no se puede decir. "Tiene riesgo y es más fácil equivocarse o cagarla. Me expongo a eso, pero no a que tenga una categoría legal", aduce. El debate, insiste, no es sobre si se ofende o no, es sobre si hace gracia una situación hipotética, una "mentira" con el objetivo de la risa. Y, en este aspecto, cree que en España hay cierto complejo y habría que "ampliar horizontes".
— Down Madrid (@DownMadrid) April 22, 2019
"Si te metes con uno de Zamora, sale toda la provincia contra ti", dice, recorriendo el encaje de la comedia en España y viendo cómo ha logrado ser aceptada, aunque existan todavía unos resortes tradicionales, "católicos", que la cercenan. "Estoy muy orgulloso de mi país en este sentido: la comedia ha ido a la inversa que en Estados Unidos. Allí empezó en los campus de universidades y luego pasó al amplio público. Aquí fue al contrario, con El Club de la Comedia en la tele como formato con el que se introdujo, a los sitios más underground y que ahora están en programas de radio o televisón muy escuchados y vistos. Pero aún falta que nos aceptásemos más para reírnos de nosotros mismos”, opina.
Su lucha, en este momento, no es defender si ha herido o no a alguien, afirma: "He sentido solidaridad y no creo que haya ningún tipo de conspiración ni nada así, pero mi lucha ahora pasa por defender lo que he hecho, porque no es nada malo: es contar un chiste abstracto, sin un blanco concreto ni nombres y apellidos siquiera. Es absurdo y sería inútil que me echara atrás. De hecho, mantenerme en esta postura no quita que no pida perdón a quien le moleste. Es más, si en un espectáculo veo que alguno de mis chistes le hace daño a alguien, pido perdón por una cuestión de empatía (porque no busco hacer daño), pero no lo voy a cambiar porque es ficción".
"Pero esto es mi forma de lidiar con los problemas. Hay cosas que me ofenden o me duelen y las transformo en humor. No sé si es un buen método o si alguien lo comparte", sentencia. Para él, "no hay nada más peligroso que creer que un chiste puede ser peligroso". Cuando salió la petición de la fiscalía, escribió un artículo en InfoLibre donde señalaba que el humor "nos distrae de los verdaderos problemas y sobre todo de los verdaderos enemigos".
Y está convencido de que "los prejuicios, la homofobia, el racismo o el clasismo existen y están ahí". Añade: "Esforzarnos por no hablar de ellas solo vuelve más gracioso y necesario el hablar de ellas. La comedia propone hablar de todas estas cosas para solucionarlas. Y cuanto más alto, mejor. Para empezar porque es la única forma de destruirlas. O al menos de cambiarlas".
Unas reflexiones que le tienen en vilo. Suárez lleva un año "cargando con el estigma" y desea que se arregle todo lo antes posible. Por delante, seguir con Santi Alverú y Sergio Bezos en Pegarle a la lejía, un podcast de Apple, algunos "bolos" y batallar por un oficio que "siempre ha chocado con los moralistas", sean del bando ideológico que sea: "Al final, todos disfrazan su fascismo de tolerancia. Y cuanto más nos digan que no hay que hacerlo, más hay que hacerlo".