"El COVID-19, dentro de su tragedia, nos permitió regresar la mirada a la importancia de la agricultura familiar campesina y de la mujer rural, a la bondad de esa tierra que generosamente y sin importar quien la siembre, produce para transformar salud y nutrición en vida", dijo la vicemandataria suramericana.
En Ecuador, la mujer rural constituye el 60% de los trabajadores del campo.
"La lucha contra el hambre es un objetivo de desarrollo y a la vez de paz, y el primer paso es reconocer que no podremos hacerlo solos y por eso hoy estamos reunidos en esta conferencia regional de la FAO", comentó Muñoz.
En tales circunstancias, apuntó, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronostica que la crisis incrementará en 45 millones el número de personas en situación de pobreza y en 28,5 millones la cantidad que se encuentra en pobreza extrema y que padece riesgo de inseguridad alimentaria.
"No podemos seguir coexistiendo entre el hambre, el sobrepeso y la desnutrición crónica infantil", demando la vicepresidenta de Ecuador.
Muñoz reconoció que su país registra la segunda tasa más alta de desnutrición infantil de la región, lo que implica que uno de cada cuatro menores de cinco años sufre ese flagelo, mientras que seis de cada diez adultos tienen sobrepeso u obesidad.