En un comunicado, el Ministerio de Salud informó que el jefe de la cartera, Eduardo Pazuello, dijo en una reunión con todos los gobernadores del país, que "firmó un protocolo de intenciones para comprar 46 millones de dosis de la vacuna Butantan-Sinovac/COVID-19, que se está desarrollando en el Instituto Butantan".
El Ministerio destacó que el acuerdo alcanzado es "un paso más" en la estrategia de conseguir una amplia oferta de vacunación para los brasileños; ahora ya se lograron tratos con tres vacunas, las otras dos son las de AstraZeneca y Covax, que sumadas representan 186 millones de dosis.
Dado que las vacunas de Butantan-Sinovac y AstraZeneca ya están en etapas avanzadas de producción (ambas en la fase 3, cuando se prueban en miles de personas), "la previsión es que la vacunación empiece en enero de 2021", según el Ministerio.
Una vez registradas por la Anvisa, las vacunas empezarán a aplicarse en "profesionales de la salud y grupos de riesgo", según el Ministerio.
El costo de las 46 millones de dosis de la vacuna china será de 1.900 millones de reales (340 millones de dólares), que se sumarán a los 80 millones de reales (14 millones de dólares) que el Gobierno ya había anunciado que gastaría en ampliar la estructura física del Butantan, para ayudar a producir la vacuna a gran escala.
El Ministerio de Salud recordó que según la Organización Panamericana de la Salud, la vacunación de casi la mitad de la población puede ser suficiente para alcanzar la inmunidad colectiva, o sea, "para reducir a un nivel seguro la circulación del COVID-19 en Brasil".
Este es el argumento del Ejecutivo brasileño para no obligar a la población a vacunarse.
"De esta forma, el Gobierno federal ofrecerá la vacunación de forma segura, pero no recomendará su obligatoriedad a los gestores locales, respetando el derecho individual de cada brasileño", dice el comunicado.
En las últimas semanas hubo enfrentamientos públicos por esta cuestión: el gobernador de San Pablo, Joao Doria, aseguró que la vacuna contra el COVID-19 sería obligatoria en ese estado, mientras que el presidente Jair Bolsonaro replicó diciendo que nadie sería obligado a inmunizarse contra el virus.