De 2011 a 2015 viví en el país del altiplano. Que es más que el altiplano, y mucho más que disfrutar de la majestuosidad del monte Illimani desde la avenida Camacho, más que Tiawanaco, que el lago Titicaca, o el Cerro Rico de Potosí. Bolivia es un país lindo, una mezcla de culturas encantadoras que vale la pena estudiar y disfrutar.
Bolivia es tranquilo. Pero en el país la violencia es silenciosa, como esos volcanes que parecen dormidos por siglos y de pronto estallan y lo llenan todo de humo, piedras y explosiones. Y muchas veces, durante toda su historia, los políticos o los militares se aprovecharon de eso, unas veces de la tranquilidad, y otras de la violencia.
Un año después
Hace un año Evo Morales se presentó como candidato del MAS a unas elecciones de las cuales debió pasar. En toda la historia del país nadie hizo más por los bolivianos que el líder indígena, pero los pueblos también se cansan de sus dirigentes, y más si otros los manipulan todo el tiempo.
Pero Morales llevaba en el poder desde 2006. Demasiado tiempo en un país donde los liderazgos en todos los niveles se alternan. Tras la proclamación del supuesto fraude, miles de personas se lanzaron a las calles y el presidente, con el argumento de evitar un baño de sangre, renunció y se marcho a El Chapare, el lugar desde donde salió a la palestra política como líder de los cocaleros. De ahí se fue a México y luego a Argentina.
El país, con un atípico gobierno provisional, encabezado por Jeanine Áñez, persiguió a los miembros del gabinete de Morales. Unos huyeron al exterior. Otros se refugiaron en sedes diplomáticas. Volvieron algunos embajadores y se fueron otros. El país dio un giro de 90 grados y pareció que todo lo conseguido en los 14 años anteriores no valió o no sirvió de nada, a pesar del crecimiento sostenido de la economía y los avances en no pocos indicadores sociales.
🇧🇴 Se cumplirá dentro muy poco un año desde que tomó el poder Jeanine Añez. ¿Qué deja a su paso durante su mandato?
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) October 8, 2020
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Nuevas elecciones y mismos actores
Áñez, que llegó al poder por la renuncia de la presidenta de la Cámara de Senadores, de la cual ella era vicepresidenta, se agarró de la crisis generada por el coronavirus para extender su presencia en el Palacio de Gobierno, aunque al final, presiones mediante, no tuvo más opciones que convocar los comicios, a los cuales, en primera instancia, pensó presentarse como candidata.
Devolver la tranquilidad al país, permitir el regreso de algunos políticos que se exiliaron cuando el gobierno de Morales y algo mas, pensó, deberían avalarla para ganarse la silla presidencial, pero se equivocó y las encuestas la hicieron cambiar de ideas y renunciar a su candidatura unas semanas antes de que se abrieran las urnas.
Pero Carlos Mesa demostró que es un cadáver político, que nunca más volverá a dirigir a Bolivia y sufrió una derrota estrepitosa. Lo mismo que Camacho, incluso que el empresario cementero Samuel Doria Medina, otrora compañero de fórmula de Áñez, y quien aspiró muchas veces antes a vencer a Morales, pero las votaciones siempre se lo negaron.
Los otros aspirantes tampoco llegaron a más y el candidato de Morales y del MAS, el otrora ministro de Economía y Finanzas Públicas Luis Arce Catacora, se impuso por mayoría absoluta.
Arce y Choquehuanca
Evo Morales y un grupo de colaboradores cercanos, entre ellos el exvicepresidente Álvaro García Linera, se encargaron desde Argentina de conformar la candidatura del MAS para los comicios del pasado domingo. Se manejaron algunos nombres, entre ellos el del líder cocalero Andrónico Rodríguez, seguidor de el exmandatario.
Lo encargados de escoger decidieron que lo acompañaría David Choquehuanca, durante muchos años canciller, estudioso y defensor de las culturas indígenas y con mucho arraigo en los pueblos ancestrales bolivianos. La elección no pudo ser mejor, porque más de la mitad de los votantes les garantizaron dirigir el país por los próximos seis años.
Poco después de conocerse el resultado preliminar, por los llamados sondeos a boca de urna y en espera de los resultados oficiales, Arce prometió continuar con el proceso de cambio, superar los errores del pasado y gobernar para todos los bolivianos.
Nada, ya pasaron las elecciones en Bolivia, y ahora resta ver lo que ocurrirá con el país en los próximos meses. A Arce lo mirarán con lupa, aunque siempre tendrá el aval de haber sido el artífice del mejor momento de la economía boliviana.