El mundo de los nombres no conoce límites. El destino o el trascurrir de la vida crea fusiones que desafían toda lógica y que hacen preguntarse a uno si ese nombre y esos apellidos pueden ir de la mano. Problema que se radicaliza cuando trabajas en un medio de comunicación. Es necesario poner voz a las declaraciones y, a veces, cuando se busca a personajes alejados de la vida pública, pueden aparecer nombres que uno no sabe si son reales o inventados.
Según recoge el diario El País, el reportero le preguntó si era verdad o una broma. El entrevistado le insistió, incluso le enseñó una tarjeta personal suya. Así, Florentino Pérez del Barsa hizo acto de presencia en las páginas del New York Times. Las redes no tardaron en convertirlo en tendencia.
Me descojono... Said Florentino Pérez del Barsa?????
— Ismael Monzón (@IsmaMonzon) October 10, 2020
Señores del New York Times, ¿puede ser que os la hayan colado con el nombre? pic.twitter.com/vBR2dyGLO5
Buenas noches a todos y un saludo especial a Florentino Pérez del Barsa.
— Lupe (@Lupe_) October 10, 2020
Por favor, el que le haya colado ese troleo al NYT que abandone el anonimato de su "alias" y reciba la publicidad que merece (Florentino Pérez del Barsa, famoso restaurador), ¡qué crack!
— Luis Garicano (@lugaricano) October 10, 2020
El New York Times ha ido a Madrid y ha entrevistado “al dueño de un restaurante, Florentino Pérez del Barsa”, quien ha dicho que es que en España se cena muy tarde. https://t.co/oFwmmsirMl pic.twitter.com/DNEVRREkNo
— David Alandete (@alandete) October 10, 2020
La mayoría pensó que el restaurador había engañado al periodista. Pero no. Florentino Pérez del Barsa existe. Es el nombre comercial de Florentino Pérez Rato.
Así se presenta el restaurador. Ese es el nombre que aparece en las tarjetas de su establecimiento y cómo le conocen en el lugar. Obviamente es aficionado del Barcelona, a pesar de llamarse como el presidente del Real Madrid. Es más, conoce a miembros de la directiva de ambos clubes.
No se trataría de un troleo, aunque lo parezca. Al final, nombres hay muchos, independientemente de la extrañeza que nos produzcan.