El contexto actual, dominado por una enfermedad que pega más duro en las aglomeraciones urbanas, tuvo mayor impacto en la sobrecargada Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la conjunción entre la Ciudad de Buenos Aires —capital del país— y su extrarradio, el Conurbano.
Aun en las últimas semanas, en las que el virus se federalizó, el área siguió reuniendo el 40% de los contagios totales.
Sin embargo, y más allá del deseo de emigrar que muchos bonaerenses expresan ante cada crisis, nadie parece querer mudarse de Buenos Aires a otra provincia del país.
La Ciudad de Buenos Aires (CABA) recién se volvió autónoma del Gobierno federal en 1994; es el principal centro neurálgico incluso antes de la independencia, cuando gobernaba el Virreinato español del Río de la Plata, y la que con su actividad hizo crecer al extrarradio, con quien forma el área metropolitana (AMBA).
"El norte del país estaba más desarrollado por tener cerca el Alto Perú, pero cuando se oficializa el puerto empieza la preeminencia de Buenos Aires en el actual territorio nacional", relata a Sputnik la demógrafa Mariana Marcos. "Entonces, la parte norte empezó a perder el mercado de más al norte y, al mismo tiempo, le empezó a quedar lejos el puerto del sur".
En 1896, la actual capital reunía al 20% de la población y, para 1914, ese número subió al 26%. Entre finales del Siglo XIX y la década de 1940 la población de Buenos Aires se multiplica por cinco. Hoy, allí viven 15 de 45 millones de habitantes.
Sin embargo, empezar a hablar de metrópoli en Argentina no fue tan fácil y decidir qué se hacía con Buenos Aires tampoco. Por ejemplo, dónde iba a estar la capital, cuál iba a ser el territorio y si a la conurbación se la integraba o no.
Nace en esa discusión una rivalidad segregadora: la de porteños (de la capital) versus bonaerenses (de la provincia homónima), categorías definidas por una autopista: la avenida General Paz, y revisitada durante la pandemia.
"Nunca se logró una coordinación metropolitana. La pandemia obliga a coordinar acciones pero ha sido muy conflictivo. Siempre sucede que nos lamentamos que no haya una institución. Hay temas de transporte y servicios que no pueden pensarse si no es de forma metropolitana. Los residuos de la CABA no pueden pensarse sin la periferia. Hay problemas de vivienda, de informalidad laboral y urbana, fragilidad del sistema de salud, y muchas cuestiones que ya estaban y salen a la luz en este contexto", analiza la investigadora del Conicet.
En el inicio de la pandemia, las autoridades provinciales y el presidente Alberto Fernández se mostraban juntos para anunciar las medidas de combate al COVID-19. Esa fraternidad fue desgastándose con el tiempo, y con la politización de la enfermedad que surgió en la sociedad argentina, que todo lo empuja a la grieta.
Lograr una coordinación institucional que abarque a todo el AMBA, según Maldonado, requería de grandes acuerdos políticos "y hubo momentos en los que, como había acuerdos políticos, se consideró que no hacía falta".
Fomento
Existieron fomentos para federalizar el país. Algunos políticos, como el del expresidente Raúl Alfonsín (1983-1989), quien quiso trasladar la capital federal a Viedma, en Río Negro (sur).
Existieron también fomentos económicos que, de todas maneras, no lograron mayores cambios, como la creación de la zona franca para industrias en Tierra del Fuego.
Para el también investigador del Conicet y doctor en Demografía, Fernando Manzano, Argentina, como México, sufren el estigma de no tener un segundo centro urbano de similar importancia a las capitales, como sí sucede con Brasil, Colombia y Ecuador.
"El AMBA tiene 3.300 habitantes por kilómetro cuadrado y la región más elevada que le sigue es la pampeana con 16,7. La modernización y la diversificación tienden a ser rentable económicamente en Buenos Aires. Eso va acompañado de procesos que en su momento no pudieron realizarse y el mercado desequilibró más las cosas", resume a esta agencia.
Con todo, una potencial emigración de Buenos Aires tendría que ser demasiado significativa como para notar un cambio en la actual demografía, aunque son "los lugares receptores de esa gente los que podrían sufrir modificaciones sustanciales", en la opinión de Marcos.
Es este el contexto que explica porque, en un mismo mes, las noticias de Argentina hablan de una masiva ocupación de terrenos fiscales en reclamo de viviendas dignas y, al mismo tiempo, de la confección de un nuevo mapa oficial que, con la adopción de la Antártida y la placa marina, agrega aún más territorio a un país que no sabe cómo llenarlo.