"La música ha sido mi vida, mi pasión", aseguró Pichardo, un hombre alto, de cabello canoso y de alargadas extremidades, al que los estudiantes más grandes definen como su guía.
Una flauta por aquí, un par de violines por allá, un cuatro, una guitarra que no puede faltar, están siempre sonando, y cada estudiante se sumerge en la lectura de su partitura como si no existieran los demás.
Mientras el maestro ofrece la entrevista a Sputnik, hace algunas paradas para evaluar el trabajo de cada uno de sus alumnos, y les da indicaciones si es necesario.
"Sabes que por la pandemia los tengo que tener a todos separados y le voy dando las clases individuales. Yo pienso que la música en momentos como este no se puede parar, no se le puede ceder todo el espacio a los dominios virtuales", agregó con una expresión de seriedad, y manifestó su preocupación por el exceso de tiempo que los niños pasan ante una pantalla.
El profesor de 75 años aseguró que su trabajo le ha permitido conocer cómo funciona el cerebro, y afirmó con total seguridad: "A los cinco años los niños son genios, pero mucha gente no lo sabe, a esa edad los niños aprenden de todo".
Por ello, el maestro dice que se siente feliz cuando los más pequeños comienzan a dar sus primeros pasos en la música.
La música, explica Pichardo, va directo al desarrollo de los dos hemisferios del cerebro, porque el derecho responde al estimulo y el izquierdo controla su ejecución, lo que permite un desarrollo veloz.
"Uno puede trabajar el pensamiento crítico, la estimulación del cerebro (…) Yo uso la música para la estimulación del hemisferio derecho, para que el niño no tenga problemas con los conceptos abstractos, física, química, matemática y los conceptos humanísticos", sostuvo.
Hay que ingeniárselas, señaló el maestro, al explicar que busca la forma de que las letras tengan algún contenido, para que los niños vayan creciendo con capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo.
Toda la vida
Pichardo recordó que comenzó en la música a los 17 años, pese a las críticas de su padre, y aseguró que en ese momento tales estudios estaban reservados solo para familias de dinero, el cual no era su caso, pero tuvo buena suerte.
"Yo tenía problemas con la familia y mi papá decía tú tienes que estudiar, entonces yo tocaba en la plaza, duraba cinco o seis horas ahí, pero a veces me ponía estudiar desde las 6 de la tarde y podía estar ahí tocando hasta las 3 de la mañana, ahí estaba yo solo estudiando con mi guitarra clásica", añadió.
En esa misma plaza, que hoy sus alumnos bañan con notas musicales, Pichardo se convirtió en maestro, tras formarse en guitarra clásica en el conservatorio Juan José Landaeta de Caracas bajo la dirección de Ángel Sauce.
En La Pastora, muchos querían que alumno del compositor venezolano Vicente Emilio Sojo, les enseñara a tocar la guitarra, y allí empezó todo.
"Desde ese momento, ¿cuántos niños han pasado por aquí?, eso sí que es incontable, de aquí han salido muy buenos músicos, muchos están fuera del país, o han ingresado a orquestas", apuntó.
Música venezolana
Uno de sus objetivos, confesó el profesor declarado Patrimonio Cultural Viviente de Caracas, ha sido recuperar la música venezolana e introducir desde pequeños a los niños en ella.
"En estos últimos 40 años me puse a rescatar los merengues, los pasajes, y estos chamos que salen de aquí a los conservatorios y hay algo jocoso en ellos, y cuando se van a la música clásica hay un acento diferente y los chamos que estudian puro clásico son como muy cuadrados", expuso.
El pago que recibe Pichardo "es simbólico", dicen los propios representantes de los niños a los que les entrega su tiempo y dedicación.
"Para el profesor lo más importante es que el niño aprenda e incluso a quienes no pueden pagar les dice, "no pague, pero siga trayendo al niño", es muy dedicado. Mi hijo desde que comenzó está muy emocionado, e incluso el profesor lo ha motivado a aprender matemáticas", dijo Yaritza Escalona, madre de un niño de seis años.
Gabriel Guevara, un joven de 18 años, que desde los 10 estudia con Pichardo, y quien ahora lo apoya también en la enseñanza, confesó que: "A parte de todos los magnánimos conocimientos musicales que él tiene, él siempre da consejos de vida y nos ayuda a encaminarnos".
Pichardo se muestra saludable, a pesar de lidiar con una EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), cuyo tratamiento suele costar más de lo que devenga como maestro, pero asegura que ni eso lo detiene, porque entregar sus conocimientos en la música más que un trabajo para él, es su misión en la vida.