H. G. Wells visitó la Unión Soviética en tres ocasiones distintas: en 1914, en 1920 y en 1934. Sus viajes al país le dieron una oportunidad prácticamente única para un extranjero: comparar la vida en el imperio Románov antes de la Primera Guerra Mundial con aquella en una joven república al final de la guerra civil, con la de la URSS en el apogeo de la industrialización.
Su segunda visita a Rusia surgió por medio de una invitación de un amigo personal, quien conoció 14 años antes. Se trataba de no otro que Máximo Gorki, famoso escritor soviético y activista del movimiento revolucionario de la época.
Esta segunda estancia de Wells tuvo lugar cuando los bolcheviques finalmente se habían afirmado en el poder, pero el país todavía estaba en ruinas tras los históricos sucesos de los años anteriores. Las impresiones del viaje se describieron en detalle en el libro Rusia en las sombras, el cual incluye una serie de artículos previamente publicados en el diario The Sunday Express.
El momento álgido de la visita que se extendió por unos 15 días fue su encuentro con el líder bolchevique, Vladímir Lenin, en el Kremlin el 6 de octubre. Wells dedicó un capítulo entero de su libro a ese momento, lo tituló El soñador del Kremlin.
"Tenía mucha curiosidad por verlo y estaba predispuesto a ser hostil con él. Encontré una personalidad completamente diferente a cualquier cosa que hubiera esperado encontrar (...) Vine esperando forcejear con un marxista doctrinario. No encontré nada del tipo. Me habían dicho que Lenin sermoneaba a la gente; ciertamente no lo hizo en esta ocasión", escribió Wells.
El escritor detalló que los arreglos previos a su reunión con el líder soviético "fueron tediosos e irritantes" y comparó su experiencia en aquel momento con la de su visita anterior, seis años antes.
El invitado señaló que aunque las medidas fueran necesarias para garantizar la seguridad del líder bolchevique, consideró que dificultaba la comunicación entre el pueblo ruso con él y viceversa.
"Esto puede ser necesario para la seguridad personal de Lenin, pero lo pone fuera del alcance de Rusia y, lo que quizás sea más grave, si ha de haber una dictadura eficaz, pone a Rusia fuera de su alcance. Si las cosas deben filtrarse hasta él, también deben filtrarse desde él y pueden sufrir cambios muy considerables en el proceso", ponderó el escritor.
Según los comentarios de los líderes del Partido Bolchevique, a pesar de sus opiniones socialistas, el escritor británico de ciencia ficción no fue tomado muy en serio por las autoridades soviéticas. Antes de una de las reuniones del Politburó, Lenin supuestamente intercambió un par de frases sobre Wells con Leon Trotski.
El líder del Gobierno soviético presuntamente llamó a Wells "burgués" y "filisteo" antes de reírse. Trotski, por su parte, evaluó al escritor como un "socialista inglés de salón" y un "escritor de ficción sobre temas fantásticos y utópicos que vino a observar el experimento comunista".
Catorce años después de su encuentro con Lenin, Wells volvió a Rusia para su tercera y última visita. Esta vez para reunirse con el sucesor del líder bolchevique, Iósif Stalin, y hacerle una entrevista para la revista The New Statesman.