Hace más de cinco siglos, el sepulcro del arzobispo de Toledo Alonso Carrillo de Acuña era instalado en la iglesia del Convento de Santa María de Jesús de Alcalá de Henares (Madrid). Una pieza atribuida al Maestro Sebastián de Toledo, quien la realizó entre 1482 y 1489. En el siglo XIX, fue trasladado a la catedral de la localidad madrileña. Varios años después, en 1936, el sepulcro fue prácticamente destruido en los primeros días de la Guerra Civil.

Se trata de un torreón almenado de alabastro, uno de los cuatro que conforman cada una de las esquinas del sepulcro. Presenta una decoración vegetal, de tracería y letras góticas, que forman parte de una inscripción que recorre toda la banda superior de la tumba.

Un elemento recuperado gracias a un programa de televisión. Y es que, durante la emisión de un espacio dedicado a la Operación Templanza, un espectador reconoció parte del sepulcro. El televidente contactó con el Obispado de Alcalá de Henares e indicó donde se encontraba dicha pieza. Según su testimonio, esta se encontraba encastrada en la esquina de una finca agrícola situada en Chinchón, propiedad de la Fundación Montemadrid.
La Guardia Civil explica que "probablemente llevara allí más de 40 años", sin ningún tipo de protección o seguridad. Motivo por el que decidieron extraer la pieza de la pared. Para ello contaron con varios operarios, un arquitecto y una conservadora, facilitados por la Diócesis de Alcalá, además de con la supervisión de otra conservadora-restauradora especialista en materiales pétreos del Instituto del Patrimonio Cultural de España y la autorización y compromiso con el patrimonio cultural de la Fundación Montemadrid.








Ahora, el relieve se encuentra en un depósito. Más adelante, será integrado en el sepulcro, cuando comiencen los trabajos de restauración. 84 años después van encajando las piezas en la 'desaparecida' obra del Maestro Sebastián de Toledo.