Desde que apareció por primera vez a finales de 2019, el nuevo virus, el SARS-CoV-2, ha tenido una serie de impactos en las personas que infecta. Algunas se enferman gravemente con el COVID-19, la enfermedad causada por el virus, y requieren hospitalización, mientras que otras tienen síntomas leves o incluso son asintomáticas.
Los orígenes de los genes de riesgo salieron a la luz cuando científicos de Suecia y Alemania compararon el ADN de pacientes graves de COVID-19 con el de los neandertales y de los denisovanos.
El tramo de ADN que hace que los pacientes tengan más probabilidades de enfermarse gravemente coincidió estrechamente con el recogido de un neandertal de 50.000 años de Croacia.
"Es sorprendente que la herencia genética de los neandertales tenga consecuencias tan trágicas durante la actual pandemia", lamentó el coautor del estudio, Svante Paabo, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig.
Los neandertales relacionados con el del sur de Europa contribuyeron con esta región de ADN a las personas actuales hace unos 60.000 años, cuando los dos grupos se encontraron, concluyeron los autores.
Los científicos sospechan que los genes del neandertal han persistido en los humanos modernos porque una vez fueron beneficiosos, quizás ayudando a combatir otras infecciones. Solo ahora, cuando se enfrentan a una nueva infección, su lado negativo ha sido expuesto.
Como resultado, alrededor del 16% de los europeos y la mitad de los sudasiáticos de hoy en día son portadores de estos genes heredados hace más de 50.000 años.
Según el estudio, el grupo de genes del cromosoma tres se encuentra más comúnmente en Bangladés, donde el 63% de la población lleva al menos una copia de la secuencia de ADN.
Los que llevan estas variantes de genes de neandertal tienen hasta tres veces el riesgo de requerir ventilación mecánica, explicó Hugo Zeberg, profesor asistente del Instituto Karolinska en Estocolmo.
Más allá de los genes de riesgo de COVID-19, los neandertales han legado otros genes a los humanos modernos. Algunos aumentan la sensibilidad al dolor, mientras que otros reducen el riesgo de abortos. "Algunos son beneficiosos y otros perjudiciales", dijo Zeberg. "Esto ha sido un arma de doble filo", agregó.