Imagina estar a punto de morir y ni siquiera darte cuenta de ello porque tu agresor es tan torpe que no ha atinado ni de lejos. Eso es lo que le pasó a esta afortunada cebra.
Las imágenes muestran el momento en que una cebra sale sana y salva del agua tras un paseo por el río. Las mandíbulas del depredador que aparece de la nada tras ella quedan lejos del que se habría convertido en su próximo aperitivo.
El reptil se da cuenta de su fallo y no se toma nada bien su error de cálculo, así que se da la vuelta y se sumerge en el agua lleno de furia. Mientras tanto, la cebra ni se inmuta y sigue con su camino, ya por tierra.