Alexéi Agoshkov, el dueño del terreno, reveló que realizaba trabajos de campo, removiendo las piedras cuando de repente apareció un hueso.
"Limpié cuidadosamente la parte superior del entierro y vi primero el cráneo del primer adulto, luego el del niño, luego el del segundo adulto", afirmó Agoshkov.
El hombre contactó con los científicos de la rama siberiana de la Academia rusa de Ciencias que empezaron las investigaciones arqueológicas.
"Por el momento, la capa superior de la tierra ha sido removida y los huesos del entierro han sido completamente despejados. Para determinar el sexo, la edad y la raza, los elementos serán enviados al paleoantropólogo. Se realizarán más análisis genéticos", indicó Natalia Tsidenova, investigadora del Instituto de budismo, tibetología y estudios mongoles de la Academia rusa de Ciencias.
Precisó que el trabajo llevará unos dos o tres años.
Según los datos preliminares, se estima que la edad de este entierro está dentro de los límites de 7.000 años, declaró.
Se encontró un anillo de piedra blanca en la parte superior de la cabeza de uno de los adultos. La misma persona tenía brazaletes hechos de concha en ambas muñecas.
En otro esqueleto adulto fue encontrado un fragmento de un portagujas de hueso junto con tres pequeñas placas de calcedonia en las caderas.
"Alrededor de una docena de entierros individuales han sido encontrados en el territorio de Buriatia, y solo hay tres grandes entierros. Los investigadores continuarán explorando el territorio con la ayuda de equipos especiales. Esperamos encontrar un gran cementerio aquí", dijo la investigadora.
El entierro es similar al del pueblo Kitói, cultura neolítica temprana de la región de Angara del Norte, aunque hay algunas diferencias con las tumbas tradicionales Kitói, aseguró Natalia Tsidenova.