"La actitud política y judicial de los británicos demuestra claramente que hay una persecución en contra de Julian Assange", sostiene. Narváez abrió literalmente la embajada ecuatoriana de Londres al fundador de WikiLeaks en 2012 y, según afirma en una entrevista telefónica, su entrega a Estados Unidos "fue el objetivo inicial de los británicos".
Persecución política
"Yo tuve el privilegio de ayudar a Julian Assange a obtener el asilo político en mi país. Logré tender ciertos puentes para que pudiera ser protegido por Ecuador", recuerda. El objetivo fue, según matiza, "protegerlo de la persecución feroz de Estados Unidos por haber publicado las mayores revelaciones de crímenes de guerra y abuso de los derechos humanos de la historia".
El juicio se desarrollará durante las próximas tres o cuatro semanas, después de un primer ciclo de audiencias que tuvo lugar en febrero en el juzgado adyacente a la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, donde Assange está retenido desde que fue arrestado en la legación diplomática en abril de 2019.
Confinado en la celda
"Es extremadamente preocupante cómo se llega a la batalla final. Julian ha sufrido en los últimos meses de aislamiento y falta de acceso a sus abogados, sin poder hacer una preparación correcta o suficiente para su defensa", denuncia el excónsul.
La precaria situación del recluso, que se agudizó con la pandemia del coronavirus, es una queja recurrente del equipo legal del exdirector de WikiLeaks. A ello se ha unido en los últimos días denuncias de abuso de proceso por la parte estadounidense, que amplió la narrativa del auto de procesamiento fuera del plazo límite establecido.
"Los abogados han expuesto contundentes argumentos para demostrar que la extradición no debe proceder y soy muy escéptico de que la magistrada de paso a la refutación de este procedimiento", dice Narváez en referencia a Vanessa Baraitser, la magistrada de la Corte de Westminster que preside la causa.
Sentencia pactada
"Me parece que ya ha dado muestras claras de perjuicio contra Assange, como si estuviese con la consigna de aprobar su extradición", alega. La existencia de dicha consigna es una sospecha que tiene desde que dirigía el consulado de Ecuador en Londres.
"Este es un gobierno conservador, obsecuente a las presiones de EEUU y que ha sido cómplice de toda una serie de atropellos a Julian Assange en los últimos años. No creo que vaya a oponerse a un pedido de EEUU", sugiere.
Narváez reprocha la "lógica imperial" con que Reino Unido abordó la relación con Ecuador durante los siete años en que amparó al patrón del portal especializado en filtraciones oficiales.
Cinismo inglés
Hace más de dos años que no ve en vivo a su amigo australiano y le alarma el aparente debilitamiento psíquico y físico que le está causando el largo cautiverio. Pero piensa que Assange debe declarar en el Old Bailey, aunque se trate de "un juicio con la cancha inclinada y los árbitros parcializados".
"Es obvio que Julian tiene que decir lo suyo, defenderse, argumentar. Están decidiendo sobre su vida. La extradición es una muerte en vida. Debe testificar. No se puede enviar a alguien a la muerte segura sin escucharlo", advierte.
Castigo ejemplar
Considera la reclusión sin opción a la libertad vigilada ni al arresto domiciliario junto con su novia y dos hijos pequeños como un escarmiento ejemplar.
Narváez teme que "ya se ha sentado precedente" porque "son más de diez años de tratar de destrozar a una persona, de tenerla de facto sin libertad, de difamación, acusaciones y tortura". "Todo eso", añade, "asusta, ahuyenta, intimida a cualquier otro periodista que esté en posibilidades de publicar revelaciones de la envergadura de las que han publicado WikiLeaks y Julian Assange".