"La disminución por EEUU de su presencia militar en Irak, lo mismo que en toda la región de Oriente Medio, sería un paso dado en dirección correcta. El tiempo ha mostrado que la permanencia de las unidades estadounidenses en tierra iraquí no trajo ni estabilidad ni la paz, sino lo contrario, la situación en materia de seguridad sigue muy tensa allí", dijo en una sesión informativa para los medios.
Estas medidas se tomaron en respuesta a la operación estadounidense llevada a cabo en la madrugada del 3 de enero cerca del aeropuerto internacional de Bagdad, resultado de la cual, mediante un ataque aéreo lanzado por orden del presidente de EEUU, Donald Trump, fueron asesinados el general iraní Qasem Soleimaní, comandante de la fuerza de élite Quds, y Abu Mahdi Muhandis, un alto rango de las Fuerzas de Movilización Popular (milicias chiíes iraquíes respaldadas por Irán).
Según Washington, los dos militares habían orquestado un ataque a la embajada de EEUU en Irak el 31 de diciembre de 2019.
El 8 de enero, el Ejército iraní bombardeó con misiles dos bases usadas por militares estadounidenses en Irak en represalia por la muerte de Soleimaní. El ataque causó más de un centenar de heridos, algo que al principio el Pentágono negó.
El presidente de EEUU, Donald Trump, declaró en su momento que las tropas de la coalición internacional abandonarían por completo Irak en el transcurso de tres años.
The Wall Street Journal, al citar a altos funcionarios de EEUU, comunicó que el Pentágono reduciría su contingente en Irak en un tercio, hasta 3.500 efectivos.