El jueves 3 de septiembre a las 03:52 hora peninsular española despegaba el cohete Vega VV16, construido por la empresa francesa Arianespace, desde la base de la Agencia Espacial Europea en Kurú, ubicada en la Guayana Francesa. Este era su cuarto intento tras ser suspendido el vuelo por la crisis del coronavirus en marzo, el mes de junio por las condiciones meteorológicas adversas en el lugar de lanzamiento y el 2 de septiembre a raíz del paso de un tifón por Corea del Sur, país donde se encuentra una de las estaciones de telemetría que siguen el despegue.
Replay of this morning's liftoff for flight #VV16 from Europe's Spaceport in French Guiana at 02:51 BST (03:51 CEST). This @vega_sts carries 53 satellites on the new dispenser called Small Spacecraft Mission Service, or SSMS.
— ESA (@esa) September 3, 2020
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A bordo de la nave viajaban 53 microsatélites, nanosatélites y cubestats. Entre estos, se encuentra el UPMSat-2, un aparato de 50 kilogramos de peso y una vida útil entre los dos y los tres años. Una tecnología desarrollada por el Instituto Universitario de Microgravedad Ignacio Da Riva, adscrito a la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Es más, en su desarrollo han colaborado más de 70 alumnos de la institución educativa madrileña, que logra poner en órbita su segundo satélite.
"Un proyecto de tecnología muy avanzada, donde una vez más ponemos nuestra ciencia en el mapa internacional. En el mapa del desarrollo de las grandes tecnologías en el mundo aeroespacial", ha comentado el consejero de Ciencia y Universidades de la Comunidad de Madrid, Eduardo Sicilia.
La llegada de un nuevo satélite español al espacio ha sido muy bien recibida en la comunidad científica del país. El equipo encargado de su construcción ha recibido las felicitaciones de varios investigadores, además de la del rector de la UPM, Guillermo Cisneros, o el ministro de Ciencia, Pedro Duque.
Thank you DG DEFIS, merci beaucoup @ThierryBreton, for the enthusiastic support given to students and professors at @La_UPM ! A great example of @EU_Commission action. https://t.co/rDrYoPJ3ZK
— Pedro Duque (@astro_duque) September 3, 2020
🚀🛰Esta madrugada se ha lanzado la misión @vega_sts #VV16 con el microsatélite español #UPMSat2 de @La_UPM a bordo.
— Ministerio de Ciencia e Innovación (@CienciaGob) September 3, 2020
Es el primero de 26 experimentos seleccionados en el marco de una nueva iniciativa de demostración y validación en órbita de la Comisión Europea. #IOD_IOV pic.twitter.com/0MowInnJlq
La directora de #ETSIAE, Cristina Cuerno, felicita a todo el equipo que ha desarrollado el #UPMSat2, liderado por @IDR_Aeronautic. Se trata de un trabajo de mucha trasdencencia. "Poner en marcha un satélite precisa de un elevado nivel tecnológico e investigador".@CCuerno_ETSIAE pic.twitter.com/IS81LTOA5C
— ETSIAE - UPM (@aeroespacialUPM) September 3, 2020
Empezamos el día con una buena noticia: El cohete #Vega, que lleva en su interior el #UPMSat2 ha despegado esta madrugada con éxito y nuestro satélite ya está en órbita. 25 años después, la UPM está en el espacio. 🚀🛰️
— Politécnica Madrid (@La_UPM) September 3, 2020
¡Enhorabuena @IDR_Aeronautic @aeroespacialUPM
! #somosUPM pic.twitter.com/qPXfFqEocL
El UPMSat-2 ha sido puesto en órbita por un nuevo instrumento, el Servicio de Misiones de Pequeñas Naves Espaciales (SSMS). Demostrar la viabilidad financiera y técnica de esta herramienta es otra de las partes importantes de este viaje espacial, más allá de los microsatélites.
Si el funcionamiento del SSMS se considera óptimo, se facilitaría el ascenso al espacio de los microsatélites, que, hasta la fecha, suelen depender del espacio extra de los cohetes que ya transportaban un aparato de gran tamaño. No obstante, la capacidad de las naves acostumbra a ser limitada y no todas las misiones cuentan con los requisitos adecuados para transportar satélites de menor envergadura.
Con el SSMS se abaratarían los costes del lanzamiento de microsatélites, habitualmente utilizados por las administraciones, los centros de investigación y la industria para las telecomunicaciones, el desarrollo de nuevas tecnologías y la observación de la Tierra. Precisamente, a esto último se dedicará uno de los microsatélites puestos en órbita. Así, el Simba Cubesat de la Agencia Espacial Europea se encargará de calcular el presupuesto energético global del planeta.