Así, por ejemplo, durante las recientes consultas ministeriales anuales de EEUU y Australia (AUSMIN), la ministra de Relaciones Exteriores del país austral, Marise Payne, declaró que Australia tomará sus propias decisiones en materia de política exterior basadas en los intereses nacionales tras las negociaciones con el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo.
El ejemplo de Australia, que, a diferencia de muchos países asiáticos, ni siquiera comparte frontera con China, muestra lo difícil de la situación en la que se encuentran los aliados asiáticos de EEUU. Por un lado, Washington intenta presentar el ascenso de China como una amenaza global a los valores liberales y al orden mundial establecido, y pide apoyo a otros países para disuadir a China.
Por ejemplo, exige restringir el acceso de las empresas de telecomunicaciones chinas a los mercados locales, introducir patrullas conjuntas en las zonas marítimas controvertidas, negarse a participar en la iniciativa Un cinturón, una ruta y condenar conjuntamente a China por acciones que Washington considera contrarias a los valores liberales y democráticos.
Incluso la India, cuyas relaciones con China se han deteriorado recientemente de manera significativa debido a los incidentes fronterizos, no tiene prisa por prohibir Huawei en el país. Aunque, según varios medios de comunicación occidentales, los operadores de telefonía móvil de la India han recibido instrucciones extraoficiales de reducir la cuota de los fabricantes chinos en su infraestructura, no se han adoptado medidas oficiales contra las empresas chinas a nivel estatal; después de todo, lo que está en juego es el desarrollo digital de la India, que, en cooperación con los socios chinos, será un tercio más barato.
Los países asiáticos —a pesar de todas las dificultades que sus relaciones con China experimentan— no quieren actuar a instancias de Estados Unidos. Les resulta más importante defender sus propios intereses políticos, comentó a Sputnik Da Zhigang, director del Instituto de Estudios de Asia Nororiental de Heilongjiang.
"Muchos países no quieren bailar al son EEUU. En primer lugar, prestan gran atención al mantenimiento de la confianza política y diplomática con China, así como al desarrollo de una estrecha cooperación en los intercambios económicos, comerciales y culturales. En segundo lugar, piensan en las perspectivas de desarrollo a largo plazo y en las necesidades de su propio pueblo", destacó Da.
La contribución de China al crecimiento económico mundial ha sido de alrededor del 30% en los últimos años. En el primer trimestre de 2020, los países de la ASEAN se convirtieron en el mayor socio comercial de China. El volumen de negocio comercial creció un 6% anual hasta alcanzar los 140.000 millones de dólares, mientras que el comercio de China con EEUU y la Unión Europea disminuyó debido a la pandemia. En el 2019, el volumen de comercio entre China y la ASEAN ascendió a 644.000 millones de dólares. Así pues, los países asiáticos fueron el segundo socio más importante de China después de la UE.