Buñol descansa tranquilo sobre las laderas de las sierras que serpentean a través de la comarca de la Hoya de Buñol. Por sus empinadas calles, suben y bajan sus vecinos. Van a trabajar, al supermercado o a reposar a la sombra de alguna plaza. Con ellos, como marca este 2020, van la mascarilla y el gel hidroalcohólico. El transcurrir de un miércoles cualquiera, un día más en los tiempos del coronavirus.
Así se ha hecho desde mediados del siglo XX. El último miércoles de agosto, miles de personas saltan a las calles de esta localidad valenciana para enfrentarse en una auténtica batalla campal. La única arma, tomates maduros. En concreto, casi 150 toneladas, distribuidas por seis camiones entre los asistentes.
Esto volvió a repetirse al año siguiente, el último miércoles de agosto, pero con una diferencia: los vecinos traían los tomates de casa. Y, al igual que en 1945, la Policía Local tuvo que detener este enfrentamiento de hortaliza en mano. Las autoridades locales prohibieron la Tomatina, aunque algunos la celebraban a expensas de ser detenidos. En 1957, los buñoleros incluso se manifestaron para que volviera a ser permitida. Para ello, pasearon por la localidad un tomate gigante dentro de un ataúd, al ritmo de marchas fúnebres. Fue tal el éxito de esta protesta que dos años después la Policía dio luz verde a la Tomatina.
Desde entonces su popularidad no ha hecho más que crecer. En un principio, los asistentes traían sus tomates. En 1975, su organización pasó a depender de Los Clavarios de San Luis Bertrán, asociación del Patrón del Pueblo. A partir de 1980, pasó a depender del Ayuntamiento, que tuvo que limitar el número de participantes para garantizar la seguridad.
Un varapalo para la localidad, sobre todo, a nivel económico, ya que cifran que el sector turístico de la provincia de Valencia perderá hasta dos millones de euros.
"Para muchos bares y restaurantes de la localidad esta suspensión es un desastre, porque en muchos casos la recaudación de hoy suponía la mitad de los ingresos de todo el año", comenta a la Agencia Efe María Vallés, concejala de Turismo y Tomatina de Buñol.
Por ello, el Ayuntamiento de Buñol ha dedicado las partidas destinadas a la fiesta a establecer subvenciones a autónomos o pymes y dar vales de comedor a los alumnos de la población. Pero, la Tomatina 2020 no se queda ahí.
Para no perder el espíritu de la fiesta, la Concejalía de Turismo ha propuesto el #TomatinaChallenge. Así, anima a sus vecinos a grabarse mientras reciben un tomatazo o lanzan uno. La creatividad es parte importante de este reto virtual.
Los chillidos y risas de los participantes en esta propuesta serán lo único que quebrará la tranquilidad de Buñol este 26 de agosto. Un miércoles atípico en esta localidad valenciana, que espera que 2021 le devuelva los ríos de salsa de tomate que corren por su vertical callejero.