"Hoy, 23 de agosto, estamos por octavo domingo consecutivo reivindicando que se reabra ya el Rastro de Madrid. Queremos que nos escuche el Ayuntamiento", arenga Mayka Torralbo en un mensaje que circula de móvil en móvil entre los afectados por el cierre de este espacio mítico de la capital española. La pandemia de COVID-19 y el "bloqueo" posterior por parte del consistorio lo abocan al abismo, aseguran. "Son 1.000 familias sin poder trabajar desde hace seis meses", insiste a Sputnik esta tendera de 58 años que lleva 42 comerciando ropa de diseño y que aprovecha cada nueva jornada en blanco para alzar la voz.
El problema se remonta al 14 de marzo. Cuando se decretó el estado de alarma y el confinamiento, todo quedó en suspenso. Se anuló cualquier actividad hasta nueva orden. La famosa desescalada fue mermando las restricciones y algunas actividades de este tipo volvieron a colonizar las aceras. Sin embargo, el Rastro siguió clausurado. Las calles de los barrios de La Latina y Lavapiés, en el centro de la ciudad, aún no han sido testigos del común trajín dominical. "Además, el Rastro no es solo un negocio, es un lugar de intercambio social. Se mezcla gente de todo tipo y ejerce de punto de encuentro", agrega Torralbo.
"Una propuesta es instalar el 50% de puestos un domingo y el otro 50% otro domingo, cumpliendo todas las medidas de sanidad avaladas por expertos en la materia, pero con nuestras ubicaciones habituales. No hay razón para que se nos expulse de zonas amplias como Cascorro o Ronda de Toledo o Ribera de Curtidores", incide Torralbo.
Creen los afectados que eso solo conseguirá, en el futuro, formar "cinco mini mercadillos, como guetos aislados entre sí". Para el Ayuntamiento es algo provisional y parte desde la cautela extrema, pues no se quieren arriesgar a que haya un contagio en el Rastro. "No es solo por eso", desliza Torralbo, que coordina todas las actuaciones desde su casa debido a la fatiga crónica que le ha supuesto el coronavirus, por el que la ingresaron un mes.
"Es un plan para acabar con él, y no podemos permitirlo, aunque yo no sea entre quienes están en peor situación", comenta la veterana, que indica cómo las autoridades han estado siempre detrás del Rastro, ya que sin él, la zona se revalorizaría.
Torralbo, gracias a "algunos ahorrillos", "un piso de 40 metros cuadrados pagado" y una ayuda de 600 euros por cese de actividad que le permiten librarse de las "tragedias" de "muchos compañeros". "Hay quienes están al borde del desahucio o no saben a quién pedirle más préstamos", dice la portavoz, que, en su caso, invirtió 6.000 euros en material y paga 125 euros para un garaje donde almacenarlo.
Poco después, sin embargo, la Concejalía de Centro presentó, "sin previo aviso", otra propuesta de reestructuración, "que nada tiene que ver con el histórico Rastro de Madrid, y que deslocaliza a todos los titulares de sus ubicaciones habituales". Idearon esas cinco vías "unidireccionales" con 350 puestos de forma rotatoria. "El Ayuntamiento sigue trabajando para que la apertura pueda ser lo antes posible, en cuanto las condiciones sanitarias y de seguridad lo permitan, volverá a recuperar toda su actividad", anotaron desde la concejalía. La junta de distrito publicó además un mensaje en el que exclamaba: "Cuidemos nuestro rastro. ¡No hay otro igual!"
Entre todos lo haremos posible. pic.twitter.com/Xz1CLhJeBA
— Distrito Centro (@JMDCentro) July 4, 2020
Y no se supo nada más. Sputnik tampoco ha podido lograr una actualización de los planes. Pedro Santos, portavoz de Asiveras, declaraba en el periódico digital Madridiario.es que la reapertura es "cuestión de voluntad política" y que estaban esperando a que el Ayuntamiento "se digne" a mantener una reunión presencial para tratar este tema "tan delicado".
#SalvemosElRastroDeMadrid de la derecha quieren como en 2004 darle zarpazo, como cuando Gallardón quiso montar otro y aprovecho para limitar segun ellos reordenar, fue tambien denominado un ejemplo de alcalde y al final nos endeudo solo benefico a constructores@elrastrodemadri pic.twitter.com/l2mmInC5SJ
— jof (@jofpodemos) August 23, 2020
"Siempre ha supuesto en torno al 50% de nuestra facturación, pero últimamente era hasta del 60", detalla Isaac Parra, de 37 años, que lleva desde los 14 ayudando a su padre en un puesto y ahora tiene uno a su nombre. "Estamos sobreviviendo con el sueldo de mi pareja, pero el problema será peor cuando nos toque volver a pagar las tasas de autónomos", aventura el vendedor, cuyo único soporte es otra tienda sin apenas ventas.
"Dicen que lo quieren mover por seguridad, pero luego vemos que en sus planes de peatonalizar está la plaza de Cascorro. Es decir, que tenemos bastante claro que es una excusa para desarticularlo, porque está comprobado que con la distancia que ofrecemos se cumplen las normas", sentencia.
Isaac Parra tiene claro que con la bajada del turismo, al agravio a quienes ocupaban un espacio fijo y la posibilidad de más brotes, ya se augura un gran desplome en el negocio. "Calculamos que con un domingo de cada dos y todo esto, la facturación no llegará al 20%. Y si encima lo trasladan a un sitio con menos acceso de transporte, menos, porque aquí estamos cerca de Sol o con cercanías. Pero no escuchan a la asociación y no se apean del burro", esgrime.