La nueva norma mexicana establece que alimentos procesados y bebidas no alcohólicas deberán presentar un etiquetado en la parte delantera en el que se indiquen los altos contenidos de azúcares, grasa, sodio, cafeína y calorías, para que las personas sepan qué tan dañinos son para la salud los productos que consumen.
Así se ve cuando el interés público prevalece por encima de los privados. #EtiquetadoClaroYa pic.twitter.com/VUYv59Y5m6
— Alejandro Encinas Nájera (@EncinasN) July 28, 2020
De esta forma, las autoridades mexicanas planean reducir el número de personas con obesidad y diabetes que hay en el país; esto, luego de que estas dos enfermedades se convirtieran en uno de los principales problemas de salud pública.
En los últimos años, México ha pasado a estar en los primeros lugares con más personas obesas en el mundo. Esta situación se asocia a que el país es el mayor consumidor de alimentos procesados en América Latina y el cuarto a nivel mundial.
Además, en medio de la pandemia de COVID-19, la crisis sanitaria se ha agravado en México debido a que el virus parece afectar sobre todo a aquellas personas que cuentan con comorbilidades previas como diabetes y obesidad.
Sin embargo, esto no parece interesarle a las compañías de alimentos más grandes, las cuales se sitúan sobre todo en Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Suiza, pues han pedido a México que el etiquetado claro no se inicie en octubre como se tiene planeado.
En la reunión, según señala el reporte publicado el 10 de agosto, las delegaciones de Estados Unidos y la Unión Europea solicitaron que la nueva norma se retrasara por lo menos dos años más, mientras que Canadá pidió que el inicio se realizara después de 12 meses y Suiza hizo un llamado únicamente a posponerla.
La urgencia de algunos países por retrasar la norma de etiquetado claro está basada en las reglas del mercado. Esto, porque se prevé que con las advertencias colocadas en alimentos y bebidas, el consumo de este tipo de productos disminuya.
Según un estudio publicado en PLOS Medicine, con el etiquetado frontal, cada persona podría reducir su consumo a 37 calorías al día, con lo cual se podrían prevenir 1,3 millones de nuevos casos de obesidad en los próximos años.