"Es probable que la inmunidad dure hasta dos años (...), pero en principio eso no cambia nada, lo que importa es que la vacuna sea inocua y eficaz. Comprenderemos más tarde si es necesario aplicarla una vez al año o cada dos años, para eso existe la tercera fase, en la que se comprueba la eficacia de la vacuna en la vida real", explicó.
Rusia registró el 11 de agosto la primera vacuna en el mundo contra el COVID-19, denominada Sputnik V, que superó todas las pruebas necesarias y probó su capacidad de desarrollar una respuesta inmune estable.
Kiril Dmítriev, director general del Fondo Ruso de Inversiones Directas (RFPI) que cooperó en el desarrolló de la vacuna Sputnik V, informó que la tercera fase de las pruebas comenzaría el 12 de agosto y prometió que se publicarán todos los datos que se reúnan.
Al constatar que la vacuna rusa contra COVID-19 se desarrolló sobre la base de las nuevas tecnologías utilizadas para diseñar las vacunas contra coronavirus anteriores, en particular el MERS, que no fueron registradas, Berkun señaló que el problema de la duración de la inmunidad que se forme tras la aplicación de la nueva vacuna rusa no es ahora lo más importante y podría debatirse solo cuando concluya el estudio de su eficacia e inocuidad.