Según cifras ofrecidas por las autoridades sanitarias de la isla, en los primeros nueve días de agosto se supera ya la cantidad total de casos diagnosticados durante el mes anterior, en un peligroso rebrote con marcada incidencia en dos provincias del oeste, principalmente en La Habana, capital del país.
Expertos cubanos precisaron que el pico de la epidemia en la isla se produjo entre el 12 y el 18 de abril, y como resultado de las medidas de prevención que se aplicaron, que incluían desde el pesquisaje a nivel de barrio, hasta servicios especializados de atención hospitalaria, se logró aplanar la curva de contagios en los dos últimos meses, mostrando un escenario favorable para iniciar las diferentes etapas de recuperación post-pandemia.
Rebrote del COVID-19

Según los informes más recientes, actualmente se mantienen 10 eventos de transmisión local activos, tres en la provincia de Artemisa, seis en La Habana, ambas en el oeste, y uno en la provincia de Villa Clara (centro), todos vinculados a negligencias e incumplimiento de las medidas sanitarias.
Nuevas medidas de protección
Como consecuencia del rebrote, el Gobierno cubano decidió retornar a La Habana a la fase de transmisión autóctona limitada, que incluye nuevas restricciones en la movilidad de la población y la prestación de servicios.
A su vez, se limita el traslado de pasajeros desde La Habana hacia el resto de las provincias del país, se establecen 14 puntos de control sanitarios en las entradas y salidas de la ciudad, y se reinicia el servicio de desinfección de las calles.
También se decretó el cierre total de las playas y piscinas públicas en La Habana, así como la suspensión de los servicios en bares, restaurantes, parques recreativos y áreas de ventas y servicios de trabajadores privados.
En el caso de los restaurantes y cafeterías, solo ofrecerán sus servicios de alimentos para llevar a domicilio.
Se mantendrá el servicio en cadenas de tiendas y comercios, se suspenden las excursiones y acampadas, y solo se mantendrán las reservaciones en hoteles que ya estaban hechas, previa presentación de los vacacionistas de los resultados del test rápido para COVID-19.
El resquebrajamiento de la disciplina, la no atención a las medidas propuestas, y el desconocimiento del peligro de unos pocos, han puesto en situación de emergencia a una ciudad con más de dos millones de habitantes, que ahora tendrán que auto aislarse de nuevo en sus hogares y seguir esperanzados en que la curva de casos positivos al COVID-19 se aplane definitivamente.