Desde Cochabamba, Puriskiri reivindicó los bloqueos de carreteras en diferentes puntos de Bolivia como "un sistema de protesta que siempre ha existido en Bolivia, como la huelga de hambre y las marchas" que los movimientos sociales han utilizado tradicionalmente para reclamar contra Gobiernos impopulares.
Puriskiri remarcó que las ayudas económicas dispuestas por el Ejecutivo de Áñez no fueron suficientes, al tiempo que las fuerzas del orden reprimen a los colectivos sociales que buscan colaborar con las familias con menos recursos en plena cuarentena.
La "rabia" de los sectores populares bolivianos se acrecentó, según Escobar, al ver cómo "las autoridades en turno delegan responsabilidades a gente que ha sido categorizada como persona no grata del pueblo". En esa categoría la activista incluyó al empresario de Santa Cruz Branko Marinkovic, señalado por liderar duras protestas y movimientos regionalistas contra el Gobierno de Evo Morales (2006-2019), como nuevo ministro de Planificación, a cargo de gestionar las ayudas económicas durante la pandemia de COVID-19.
En la misma línea, cuestionó que el compañero de fórmula de Áñez para las elecciones, el empresario Samuel Doria Medina, se ha visto beneficiado con contratos públicos para sus hoteles en el marco de las acciones para responder al coronavirus.
"El Estado contrata los servicios a sus amigos de siempre y el pueblo lo sabe. El pueblo está cansado, sobre todo la gente más sencilla, de campo", sintetizó la dirigente social.
Escobar denunció además la situación que se ha generado en Cochabamba debido a la acción del grupo denominado Resistencia Juvenil Cochala. Según la dirigente, se trata de jóvenes armados que actúan como una fuerza "parapolicial" para reprimir las protestas de los manifestantes contrarios a Áñez.
La dirigente aseguró que las intervenciones del grupo "están generando una violencia terrible" y que han golpeado manifestantes —entre ellas muchas mujeres—y actúan amenazando y persiguiendo a los manifestantes. Además, sostuvo que sus principales figuras manejan una libertad de movimiento que no se le permite al resto de la población, limitado por las medidas para combatir la pandemia. Según la dirigente, el grupo tampoco es detenido por la Policía, que solo interviene luego de que sus integrantes "ya se retiraron".
"Se está dando una situación como la del Ku Klux Klan: salen encapuchados a quemar lugares o matar gente", alertó, indicando que sus integrantes manifiestan posiciones racistas contra la población indígena boliviana.
"Pienso que si hay elecciones el nivel de tensión va a bajar, aunque no sabemos qué resultado va a haber", sostuvo. Puriskiri señaló que, si bien hay sectores sociales que mantienen diferencias con el Movimiento Al Socialismo (MAS) liderado por el expresidente Evo Morales, esa alternativa podría "calmar las rabias que fluctúan en la población".
De todas maneras, la dirigente no descartó que la tensión política continúe más allá de los comicios. "Esta temporada me representa el inicio de nuevos años de volver a estar en la lucha pero con las cosas más claras. Se están desenmascarando los rostros más nefastos de los actgores políticos y vamos a empezar como de cero", sintetizó.