El fármaco utiliza partículas no vivas creadas a base de adenovirus, explicó Alexandr Guíntsburg, director del Centro Nacional de Investigación Gamaleya, el organismo detrás de la vacuna.
Así que las partículas del coronavirus en la vacuna no pueden dañar el organismo, subrayó Guíntsburg.
Según el científico, las partículas del coronavirus pueden causar molestias, porque cuando se inyecta un antígeno ajeno, el sistema inmunológico funciona de forma más activa. En estos casos, el paciente puede experimentar fiebre.
Durante los ensayos clínicos del fármaco, la temperatura de los voluntarios alcanzó los 37 grados y, a veces, los 38. Pero este problema "se soluciona con una pastilla de paracetamol", dijo Guíntsburg.
Las pruebas de la vacuna comenzaron en la Universidad Séchenov de Moscú el 18 de junio.
Durante el estudio, se confirmó que la vacuna era segura en 38 participantes. Todos ellos desarrollaron inmunidad al COVID-19.
El director del centro llamó la atención sobre el hecho de que la vacuna contra el coronavirus no será adecuada para todos. Según él, cualquier fármaco puede provocar complicaciones, por lo que las personas con enfermedades crónicas deben consultar con un médico.
Al abordar el tema de las pruebas de la vacuna en niños, Guíntsburg precisó que el centro planea comenzar la investigación del efecto de la vacuna contra el COVID-19 en niños entre enero y febrero del 2021.
"El instituto nunca ha realizado pruebas en niños (...) Los pediatras conocen estas peculiaridades, y junto con ellos estamos preparando un paquete de documentos que presentaremos al Ministerio de Salud para podérselas hacer, pero solo después de que terminemos todas las pruebas en adultos", explicó Guíntsburg a Sputnik.
El ministro de Salud ruso, Mijaíl Murashko, dijo que el Gobierno planea comenzar a vacunar a la población en octubre. Los médicos y los ancianos serán los primeros en recibir el fármaco.