La octava semana del año, es decir, la que empezó el 21 de febrero, fue un período en que los países de Europa occidental empezaron a registrar un número mayor de decesos con respecto a lo que sería habitual en esa época en años anteriores.
Desde entonces hasta la semana 24, que acabó el 12 de junio, La Oficina Nacional de Estadística del Reino Unido (ONS por sus siglas en inglés), informa de que las peores estadísticas de exceso de mortalidad de toda Europa a nivel local se registraron en el norte de Italia y en el centro de España.
La ONS preparó una tabla que indica las ciudades más afectadas del norte de Italia y el centro de España. Para ello, se rigió por tasas relativas de mortalidad estandarizadas por edad (rASMR). Con estos datos la ONS mide el cambio porcentual por cada semana de 2020 respecto a la tasa de mortalidad estandarizada por edad entre 2015 y 2019.
Las zonas más afectadas de España fueron Segovia y Ciudad Real, que alcanzaron su pico la semana del 27 de marzo y mostraron una rASMR del 600,6% y del 532,3%. Guadalajara, Albacete y Madrid cierran el top 10, con valores rASMR de entre el 430% y el 450%.
Una de las conclusiones más sorprendentes que se desprenden de esta estadística es que Madrid es la gran ciudad europea que mayor exceso de mortalidad registró durante la pandemia. La ONS concluye que el 27 de marzo la capital registró el mayor pico de exceso de mortalidad con cuatro veces más fallecidos de lo normal.
El estadista David Spiegelhalter explicó a The Guardian que el envejecimiento de la población de un país es un factor clave cuando hablamos de coronavirus. Las poblaciones de España e Italia están muy envejecidas, y la respuesta que pueda dar el sistema sanitario de un país con esas características no es la misma que la que pueda dar, digamos, Irlanda, con una población mucho más joven.
Otro factor definitorio es la densidad poblacional: la concentración de habitantes que se observa en Madrid no es la misma que se puede encontrar en otras zonas del país. A esto hay que añadir que todo análisis que se haga de las cifras de muertes de COVID-19 es mucho más complicado de lo que cabría esperar, dado que incluso las que manejan las autoridades oscilan constantemente.