"Es algo que varía año tras año. El año anterior, por ejemplo, hubo pocas aurelias, este año hay muchas. Eso depende principalmente de las corrientes marinas, las condiciones climáticas y el viento, ya que las medusas no pueden nadar independientemente contra la corriente", reveló la también catedrática de la la Universidad Técnica de Copenhague.
Según Jaspers, la última vez que hubo una invasión semejante de medusas de cuatro ojos en la parte occidental del Báltico, desde Flensburg hasta Kiel y Lübeck, fue en 2002.
Sin embargo, la científica agregó que, además de las medusas sombrilla, los biólogos también encontraron especies que no son típicas en el Báltico, como el cetanóforo tentaculado, que este año llegaron dos o tres meses antes de lo normal, y actualmente son extremadamente comunes.
Mnemiopsis leidyi, o cetanóforo americano, es una especie de cetanóforo tentaculado (medusa) que habita en las aguas costeras del oeste del Atlántico, pero se ha establecido como especie invasora en las regiones europeas y de Asia occidental.
Estos animales solo existen en aquellas regiones del Báltico donde el nivel de salinidad del agua es alto, pues se trata de una condición necesaria para su reproducción.
Según Jaspers, los biólogos ya han encontrado restos de medusas en los estómagos de los peces del mar Báltico, aunque las medusas no son un alimento para los peces en condiciones normales, por lo que los especialistas aún tienen que determinar las causas de dicho proceso y su alcance.