El Cosmos-2543 se halla en el centro de la polémica generada por EEUU y el Reino Unido. Este satélite de inspección tiene la función de investigar los satélites militares rusos que se encuentran en la órbita para permitir que desarrollen su actividad.
"Hablamos de satélites con funciones de comunicación y otras funciones que trabajan para el Ministerio de Defensa [ruso], nada más (...) ¿De dónde han sacado que se trata de armas antisatélite? Solo se pueden hacer conjeturas", apunta Leonkov.
"Los estadounidenses tienen una nueva doctrina, la de la batalla multidominio, en la que el espacio se considera campo de combate", dice el entrevistado. Nada de esto ocurre en Rusia.
Entonces, ¿a qué se deben las acusaciones?
El experto considera que las acusaciones de parte de Londres y Washington pueden tratarse de una maniobra de distracción y, a su vez, de recaudación. "Actualmente los programas cósmicos de Estados Unidos están experimentando ciertas dificultades financieras y de otros tipos", sostiene el especialista.
Y es que EEUU está embarcado en grandes proyectos espaciales, como la iniciativa Starlink de SpaceX, con la que Elon Musk planea crear una constelación de satélites de internet.
Todo esto se traduce en inversiones multimillonarias, y la forma que tiene Washington de conseguir el dinero que necesita, dice Leonkov, es distrayendo a los contribuyentes. Mientras despistan a la opinión pública con supuestas amenazas de parte de Rusia y China, los programas de militarización del espacio van engordando su presupuesto.
Interferencia y destrucción de satélites
Precisamente los satélites de Starlink tienen cuatro antenas que, si bien cumplen el cometido declarado de la empresa de brindar conexión a internet a usuarios y servicios en la Tierra, también operan en un rango que les sirve para realizar otras funciones:
"Cualquier especialista en guerra electrónica dirá que ese mismo es el rango operativo [para esa actividad], dado que este permite penetrar de manera segura en los mecanismos de obtención de información transmitida por señales" y perturbar su funcionamiento, asegura el interlocutor de Sputnik.
En el peor de los casos, todos los países saben que sus sistemas antimisil pueden recurrir a la explosión termonuclear a gran altura. De producirse ese escenario, todos los sistemas de satélites que están funcionando en este momento quedarían inhabilitados al cabo de dos o tres meses, pero Leonkov resalta que esto solo ocurriría en caso de un conflicto global.