Las vacunas previenen enfermedades, no las curan, y su proceso de desarrollo suele durar una década. Sin embargo, el COVID-19 está reduciendo los plazos debido a la urgencia ante la pandemia. Los científicos coinciden en que desde enero de 2020, cuando se conoció la secuencia genética del virus SARS-CoV-2, tomaría unos 18 meses desarrollar una fórmula profiláctica.
Para agilizar el desarrollo y la distribución de una vacuna, se han formado alianzas internacionales sin precedentes y se han asignado miles de millones de dólares. Pero el desarrollo inicial simultáneo de las 198 vacunas acabará cediendo, y solo algunas de las candidatas más prometedoras recibirán financiación para la eventual concesión de licencias y su posterior distribución.
Cuatro vacunas rusas contra el COVID-19 han demostrado su seguridad
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) July 22, 2020
👉 https://t.co/cBqzPqWKVW#COVID_19 #coronavirus
Las vacunas del Reino Unido, Estados Unidos y China van en la delantera en la carrera. Según estimaciones de la Organización Mundial de Salud (OMS) en el mundo se requerirían 18.000 millones de dólares para proveer 2.000 millones de dosis de vacunas para finales del año 2021.
¿Qué vacunas van ganando la carrera y qué falta?
La gran mayoría de las 198 vacunas en estudio se encuentra en una fase preclínica, según la información del think tank Milken Institute. Como toda investigación científica, existe una etapa de recolección de información para apoyar la viabilidad y la seguridad del producto. Esta etapa también implica pruebas iterativas no humanas, se evalúa los efectos tóxicos y farmacológicos, y normalmente ocurre antes de que se puedan iniciar las pruebas en humanos.
- I Fase clínica
En esta etapa se encuentra la vacuna desarrollada por el Gamaleya Research Institute, de Rusia. Aquí se realiza un pequeño estudio en personas sanas y se evalúa la seguridad y la respuesta inmunológica en diferentes dosis. Típicamente toma entre uno y dos años, pero para las pruebas de COVID-19, se previeron solo tres meses.
- II Fase clínica
En esta etapa se encuentran las vacunas desarrolladas por el chino Cansino Biologics y la estadounidense Moderna, de la Coalition for Epidemic Preparedness (CEPI). En esta fase se estudia a cientos de personas, se evalúa más a fondo la seguridad, se evalúa la eficacia y se informa sobre la dosis óptima y el calendario de vacunación. En un contexto normal toma entre dos y tres años, pero para las pruebas de COVID-19, se prevén 8 meses.
- III Fase clínica
Ésta es la etapa en la que se encuentra la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca, de Reino Unido. En esta fase ya se estudia a miles de personas y se evalúa aún más la seguridad y eficacia de la vacuna. Típicamente toma entre dos y cuatro años, pero para los ensayos de COVID-19, se prevé que se combine con la Fase II.
- Revisión
Se revisa la normativa. Los organismos gubernamentales examina los datos de los ensayos y la información de la solicitud de licencia antes de su aprobación. Esta etapa se puede dar en simultáneo a la fabricación. Usualmente toma entre uno y dos años, pero para COVID-19, se redujo el proceso a unos pocos meses.
- IV Fase clínica
Por último, se realizan estudios posteriores a la aprobación que vigilan la eficacia de las vacunas en condiciones reales. Estas pruebas empiezan después de que la vacuna se ha liberado al público.
¿Habrá vacuna contra COVID-19 para todos?
A menudo los desarrolladores tratarán de asegurar que una cantidad suficiente de una vacuna esté lista para ser enviada en el momento de la aprobación, iniciando el proceso de fabricación durante los ensayos clínicos. Pero un fabricante pierde recursos significativos si la aprobación no llega o si la vacuna ya no es necesaria en el mercado. Cuantas más vacunas se produzcan, mayor será el riesgo, explican en el Milken Institute. Para mitigar el riesgo y fomentar la fabricación, los gobiernos, la industria y las organizaciones internacionales están trabajando juntos.
El país latinoamericano abrió paso a la creación de la Plataforma COVAX, integrada hasta el momento por 77 países que construyen un mecanismo de compra consolidada de la futura vacuna del COVID-19 de manera conjunta y por adelantado, sin importar la capacidad de pago de los miembros de la plataforma.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud calificó como "una buena noticia" los avances en la vacuna que desarrolla la Universidad de Oxford, que ha dado resultados alentadores en un ensayo con 1.000 voluntarios. Se encuentra en la fase 1, por lo que aún queda un largo camino por recorrer (y probarla en grupos más grandes de población).
Una vez se logre que una vacuna sea efectiva, el reto será poder fabricarla a escala y que esté disponible para todo el mundo. Para tal fin, la OMS creó un "acelerador de vacunas", pero el director de emergencias de la organización, Michael Ryan, aseguró que habrá que sentar prioridades.
"Ese mecanismo cómo es actualmente no podrá dar una vacuna a todos en el mundo. Tendremos que priorizar quién tiene qué vacuna al principio, según la que esté disponible. Y tendremos que diseñar políticas y prioridades para el mejor uso de esas vacunas", explicó.
Por su parte, el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, insistió en que para que haya una distribución justa lo más importante es el compromiso político, pero advirtió que "algunos países se mueven en la otra dirección".
"Si no hay consenso para que esta vacuna sea un bien público global, los que no puedan permitírsela se quedarán sin ella", alertó.