Los científicos neozelandeses utilizaron datos de 28 estudios realizados en los últimos 12 años, en los que participaron alrededor de 21.000 aficionados a los videojuegos de distintos países del mundo. Al examinar la información obtenida, concluyeron que hay una correlación "estadísticamente significativa" entre dicho pasatiempo y la conducta agresiva.
El autor principal del estudio, Aaron Drummond, desmintió la popular teoría de que los videojuegos violentos pueden dar lugar a un incremento "gradual" de la agresión. Por el contrario, el efecto disminuye con el paso del tiempo. En cuanto a la influencia a largo plazo, "es casi nula".
Los investigadores instaron a que tanto los científicos como la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), entre otros grupos, tengan en cuenta los resultados del metaestudio.