El atún es uno de los pescados más recomendados a la hora de hacer dieta gracias a su alto contenido en ácidos grasos omega-3 o el gran aporte de proteínas que supone su consumo, entre otras cosas. No obstante, en las latas de atún que compramos también hay mercurio, un metal pesado nada deseable.
Este está presente en los océanos, a donde llega a través de la lluvia o los ríos, así como a causa de los vertidos de residuos industriales. Existen microorganismos que convierten el mercurio en metilmercurio, una forma muy tóxica de este elemento que acaba en el organismo de los peces.
Los grupos que más cuidado deben tener con el mercurio son las mujeres embarazadas o en período de lactancia y los niños. Por ejemplo, un exceso de metilmercurio durante el embarazo puede afectar al desarrollo del cerebro y del sistema nervioso del niño, tal y como informa la OMS.
"En niños expuestos al metilmercurio en el útero se han observado efectos negativos en la función cognitiva, la memoria, la atención, el habla y las actividades visuoespaciales y motoras finas", declara la institución.
Por eso el organismo ha situado en 1,3 microgramos por cada kilogramo que pese una persona el consumo máximo semanal de mercurio. Según los cálculos del medio especializado en salud Vitónica, teniendo en cuenta que una lata de atún puede aportar 25 microgramos del metal pesado, una persona que pese 70 kilos deberá limitarse a ingerir no más de tres latas y media por semana.