En Asia se dispararon las primeras alarmas. Tras varios casos confirmados, el 14 de julio se supo que un adolescente murió en Mongolia al contagiarse con la peste bubónica, en la provincia de Govi-Altay al oeste del país, según informó el Ministerio de Salud mongol.
Antes se supo que la también llamada peste negra afectó a dos personas en el oeste de Mongolia, región limítrofe con la República de Altái rusa.
Ante la aparición de casos en China, concretamente varios pastores en la provincia china de Mongolia Interior, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades recomendó a la población no pernoctar en los pastizales y en las estepas y tampoco acercarse a los animales salvajes.
Rusia en alerta
Por la cercanía del territorio ruso con las zonas donde han aparecido los casos, Rusia ha tomado algunas medidas.
La Oficina nacional de protección al consumidor y bienestar humano de Rusia (Rospotrebnadzor) comunicó que vigila constantemente la situación en los países vecinos para disminuir el riesgo de entrada y propagación de la peste bubónica.
Al mismo tiempo, las autoridades no ven una amenaza seria de propagación de la peste en el país, ya básicamente las fronteras están cerradas, declaró el director del primer departamento para Asia del Ministerio de Exteriores ruso, Gueorgui Zinóviev.
"Debido a que el movimiento de las personas físicas a través de las fronteras con China y Mongolia, así como entre China y Mongolia, está casi suspendido o, como en caso de nuestra frontera con Mongolia, tiene restricciones muy serias, no vemos ninguna amenaza seria de que se extienda esta enfermedad", dijo Zinóviev.
El diplomático agregó que China y Mongolia de momento no han pedido la ayuda de Rusia en la lucha contra el brote de peste, y considera que se debe a que ambos países "son capaces de afrontar estos casos con sus propios esfuerzos".
La portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Harris, por su parte, afirmó que la peste detectada en Mongolia y China no entraña peligro, pero aseguró, al mismo tiempo, que el organismo internacional sigue atentamente el desarrollo de la situación.
Pasado y futuro de la peste negra
Según la OMS, la peste es una zoonosis provocada por la bacteria Yersinia pestis, que normalmente se encuentra en animales pequeños y en las pulgas que los parasitan. Se transmite del animal al ser humano por la picadura de las pulgas infectadas, por contacto directo, por inhalación y, más raramente, por ingestión de materiales infecciosos.
En ausencia de tratamiento, la peste puede provocar la muerte en poco tiempo.
La Gran Peste de 1665 en Londres, por ejemplo, mató aproximadamente a la quinta parte de los habitantes de la ciudad. Ya en el siglo XIX, un brote en China y la India provocó la muerte a más de 12 millones.
Actualmente, de vez en cuando en el mundo se reportan casos de peste bubónica. En 2017 Madagascar registró un brote de más de 300 casos.
El año pasado, en Mongolia murieron dos personas a causa de la peste, tras comer la carne cruda de una marmota.
En Estados Unidos, las autoridades sanitarias de Colorado acaban de emitir una alerta de salud luego de que una ardilla diera positivo a la peste bubónica en el condado Jefferson. Otro caso fue confirmado días antes en el condado de Broomfield, al noroeste de la capital.
El diagnóstico precoz y el tratamiento inmediato son esenciales para la supervivencia y para reducir las complicaciones, insiste la OMS.
Así, es poco probable que la peste negra provoque una epidemia a gran escala.
Los médicos insisten en que a diferencia de lo que pasaba hace algunos siglos, ahora entendemos cómo se transmite la enfermedad y cómo prevenirla, así como tratarla con antibióticos efectivos.
Que no cunda entonces el pánico. Centrémonos en derrotar el COVID-19, que ya es bastante.