En el documento, conocido como Plan de Acción Integral Conjunto (PACE), se derogan las sanciones impuestas contra el país persa por el Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea y se introducen cláusulas para el funcionamiento del programa nuclear persa. Esto fue posible debido a que todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad forman parte del Grupo 5+1. Además, Alemania y la UE tomaron parte en el largo proceso de negociaciones.
Así, tomaron la decisión de empezar el proceso de negociaciones con Teherán que culminó con la firma del PACE para evitar la proliferación de armas nucleares.
La razón era evidente: la ampliación del club de potencias nucleares traería más inestabilidad en el sistema de seguridad internacional. No fue fácil convencer a Teherán de hacer concesiones y de llegar a un acuerdo que creara limitaciones en materia de seguridad atómica para Irán. En otras palabras, la decisión de EEUU de salir del Plan en 2018 puso en peligro la seguridad regional y mundial e hizo que Teherán suspendiese el tratado.
Pero ¿en qué consiste el acuerdo que todavía está en vigor y qué pasó tras la firma del Plan de Acción Integral Conjunto?
Las cláusulas clave del Plan
Según el documento, se introducían limitaciones en cuanto al enriquecimiento de uranio y a los trabajos de investigación y desarrollo en dicho ámbito por un período de ocho años. El PACE prevé que en diez años a partir de su firma Irán comience a retirar de manera paulatina sus centrifugadoras IR-1 de uso.
Irán se comprometió a realizar la investigación de tal manera que no se acumulara uranio enriquecido. El PACE estipulaba que luego de diez años d los trabajos de investigación y desarrollo iraníes emplearían solo las centrifugadoras de tipos IR-4, IR-5, IR-6 e IR-8. Teherán debe empezar a llevar a cabo pruebas de 30 unidades de IR-6 e IR-8 ocho y medio años después de la firma del documento.
En el período de 15 años desde la firma del Plan, Irán debía asegurarse de que sus reservas de uranio enriquecido al nivel de 3,67% no superaran los 300 kilogramos. La cantidad de uranio que sobra debe ser vendida a precio de mercado y entregado al comprador a cambio de uranio natural. El óxido de uranio enriquecido al nivel de entre 5% y 20% que resta debe ser usado para la producción de combustible para el reactor de investigación de Teherán.
Dentro del período de 15 años desde la firma del Plan, Irán no puede construir nuevos reactores de agua pesada ni va a acumular agua pesada. Todas las reservas de agua pesada que sobran serán exportadas al mercado internacional. Teherán también va a exportar todo el combustible nuclear gastado de todos los reactores energéticos y de investigación existentes y de los que aparezcan en el futuro.
Irán, país que cumplió las cláusulas a rajatabla
El Plan de Acción Integral Conjunto entró en vigor el 18 de octubre de 2015 y el 16 de enero de 2016 empezó la realización práctica del acuerdo nuclear. Esta última fue posible gracias al informe del OIEA que confirmó que Teherán había adecuado su programa nuclear a las cláusulas del documento.
En respuesta, se cancelaron todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que imponían restricciones a Irán, una parte de las sanciones unilaterales de Estados Unidos —sobre todo, financieras— y todas las sanciones de la Unión Europea. Sin embargo, algunas medidas restrictivas contra Teherán permanecieron.
Las medidas restrictivas en cuanto a los suministros de armas a Irán iban a permanecer hasta 2020. Todas las restricciones finalmente se levantarían en 2025.
Una de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU es un mecanismo de restauración del régimen de sanciones si una de las partes firmantes considera que Irán no cumple con sus obligaciones. Sin embargo, la restauración del régimen de sanciones requiere argumentos y pruebas contundentes.
Desde el día de la firma, el OIEA confirmó en reiteradas ocasiones que Teherán cumplía con sus obligaciones a rajatabla. La última confirmación por parte del OIEA llegó el 31 de mayo de 2019.
EEUU, país que hizo que todos los esfuerzos fueran en vano
Pero todo cambió con la llegada al poder en EEUU de la nueva Administración, la de Donald Trump. Fue entonces cuando la realización práctica del tratado tuvo que hacer frente a serios obstáculos. Trump, ya antes de ser elegido, criticó fuertemente el acuerdo nuclear iraní en repetidas ocasiones y no excluyó que con su victoria Estados Unidos se retiraría del tratado en caso de que resultase imposible cambiarlo.
Tras estas acusaciones, Donald Trump anunció el 8 de mayo de 2018 que su país se retiraría del acuerdo nuclear iraní y que volvería a imponer sanciones unilaterales contra Irán, al tiempo que fracasó en presentar pruebas contundentes del incumplimiento de las cláusulas del Plan por parte de Irán. Los demás firmantes del grupo P5+1 se mostraron en contra de este paso brusco por parte de Washington.
Un año después, el 8 de mayo de 2019, Irán declaró que suspendería el cumplimiento de varias cláusulas del acuerdo en respuesta a las acciones de EEUU. Dichas cláusulas imponían restricciones a las reservas del uranio enriquecido y del agua pesada. A principio de julio de 2019, Irán anunció la segunda etapa de la suspensión del funcionamiento del acuerdo: el país persa empezó a enriquecer uranio a un nivel superior al 3,67%. El nivel de enriquecimiento superó los 4,5%.
Entretanto, Irán prometió seguir cooperando con el OIEA y subrayó su disposición de regresar al cumplimiento del Plan una vez se retiren las sanciones. Teherán estaba en todo su derecho de suspender el cumplimiento de las cláusulas porque Estados Unidos lo provocó a hacer esto.
Rusia, a su vez, aboga por la preservación del acuerdo nuclear iraní y llama a ampliar la cooperación económica y financiera con Irán pese a las sanciones destructivas de Estados Unidos, que carecen de cualquier legitimidad.