La estructura permaneció sin ser detectada hasta ahora porque grandes partes de ella se encuentran a medio billón de años luz de distancia detrás de la brillante Vía Láctea.
Los científicos que estudian estas agrupaciones y elaboran sus mapas se llaman cosmógrafos. Hasta ahora, la estructura cósmica más grande es la Gran Muralla Hércules-Corona Borealis, que se extiende a lo largo de 10.000 millones de años luz, o más de una décima parte del tamaño del universo visible. Nuestra Vía Láctea se encuentra en el supercluster Laniakea que tiene 520 millones de años luz de ancho.
El equipo internacional de los investigadores observó la parte sur del cielo en la que la brillante luz de la Vía Láctea bloquea mucho de lo que hay detrás y alrededor de ella.
El equipo logró trazar la distribución tridimensional de la materia en y alrededor de esta zona usando dos técnicas de medición. La primera era el desplazamiento al rojo, que determina la distancia a los objetos. Además, tuvieron en cuenta el movimiento de las galaxias entre sí mientras se tiran unas a otras gravitacionalmente, explicó Daniel Pomarede, cosmógrafo de la Universidad de Paris-Saclay y uno de los autores del estudio. El método permitió a los astrónomos detectar la masa oculta que influye gravitatoriamente en el movimiento de las galaxias y, por lo tanto, descubrir la materia oscura que no emite luz pero que ejerce un tirón gravitatorio sobre cualquier cosa que esté lo suficientemente cerca.
Aun así, los autores del estudio reconocieron que puede que no hayan trazado todavía la totalidad del vasto Muro del Polo Sur.
"No estaremos seguros de su extensión total, ni de si es inusual, hasta que cartografiemos el universo a una escala significativamente mayor", escribieron en un artículo publicado en Astrophysical Journal.