"Esa fue una operación completamente autorizada, todo el mundo lo supo, los oficiales de la escuela militar todos sabíamos, no hay forma de que nadie diga yo no supe, yo no me enteré", declaró Mendoza, integrante del comando que perpetró la masacre en noviembre de 1989.
Mendoza y el coronel Guillermo Benavides fueron los únicos militares condenados por el crimen, en 1991, y tras salir libre dos años después en virtud de una Ley de Amnistía ayudó al esclarecimiento de la matanza.
Los jesuitas asesinados fueron los españoles Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró, Amando López y Juan Ramón Moreno, el sacerdote salvadoreño Joaquín López, la empleada doméstica Julia Elba y su hija menor, Celina Mariceth Ramos.
Integrante de la influyente promoción militar conocida como La Tandona, Montano negó su relación con los asesinatos al comenzar el juicio que se le sigue desde junio en la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares, en las afueras de Madrid, España.
"El abogado Parker, que llegó a escuchar mi declaración, interrumpió y rompió la hoja que estaban mecanografiando y dijo no, no, no. 'No puedes mencionar a nadie que no sea Benavides o el Batallón Atlacatl'", relató Mendoza desde Chile, donde reside.
La Comisión de la Verdad de Naciones Unidas que investigó los crímenes durante la guerra civil en El Salvador (1980-1992) determinó que Parker alteró declaraciones para ocultar la responsabilidad de altos oficiales en la masacre de la UCA.