Los expertos advierten del peligro de comprar sandías cortadas por razones de higiene y el consiguiente riesgo de la reproducción de microorganismos.
"Al cortar la fruta estamos rompiendo la protección natural que aísla la parte comestible del ambiente. Si no se mantiene refrigerada, entonces se favorece el crecimiento de los microorganismos", explica la nutricionista Beatriz Robles, citada por Huffington Post.
Una vez comprada una sandía entera, también es importante saber manipularla bien en casa. En primer lugar, hace falta lavarla debajo del grifo con agua y un cepillo.
"Las frutas y verduras pueden tener en su superficie microorganismos patógenos como Salmonella, Listeria o Escherichia Coli", advierte Robles. Si no se lavan bien antes de cortarlas, estos microorganismos pueden pasar al interior.
Las sandías suelen ser bastante grandes, por lo tanto, si no se llega a comer toda la sandía, se recomienda guardar la parte que uno quiera dejar para más tarde en el frigorífico inmediatamente después de cortar la fruta.
La sandía es un producto ideal para adelgazar, puesto que es baja en calorías (hasta 38 kilocalorías por cada 100 gramos) y prácticamente no contiene grasa.
Al mismo tiempo, es rica en vitaminas (A, B1, B2, B6, B9, C, E, H y PP) y minerales, como fósforo, potasio, hierro, zinc, magnesio, fósforo, calcio y sodio.
Además, contiene muchos antioxidantes, en particular, el licopeno. La sandía es útil para prevenir enfermedades cardiovasculares, y limpia bien los riñones y el hígado.