La responsabilidad en el origen del COVID-19 debido a sus costumbres alimenticias y en la propagación al resto del mundo por haber ocultado información, son parte de las acusaciones contra China incluso desde antes del 11 de marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó la pandemia del coronavirus.
"La pandemia muchas veces ha sido leída de esa manera, ver cómo un modelo político diferente reaccionaba de manera distinta, más aún cuando uno puede pensar que la respuesta de la Unión Europea fue totalmente descoordinada", indicó Mosquera, director del Centro de Estudio La Franja y la Ruta de la Universidad Católica de Córdoba, Argentina.
En este sentido, mencionó las reacciones de Trump "criticando a organizaciones multilaterales creadas después de la Segunda Guerra Mundial, como la OMS, para generar ciertos estándares universales en cuanto a respuestas ante las crisis sanitarias".
Para Mosquera, "todos esos modelos fallaron y el que parece más exitoso termina siendo el chino. Eso le genera un reposicionamiento muy fuerte a la vez que un conflicto y disputa geopolítica".
La paciencia china
Para el académico argentino, también investigador de la universidad china Sun Yat-sen, el país presidido por Xi Jinping mantendrá a rajatabla su dinámica de inserción internacional que comenzó a finales de la década de 1970.
"China viene teniendo esos crecimientos impresionantes desde la reforma y la apertura en diciembre de 1978", reflexionó el experto sobre un proceso que muchos definen como de occidentalización.
Sobre las señas particulares de este proyecto, mencionó que la apertura a partir de los años 1980 trajo la creación de zonas económicas especiales que interactúan con la dinámica financiera y de regulaciones occidentales.
Cada paso que China ha dado en su política exterior lo hizo "con un discurso antihegemónico", tratando de mostrar su ascenso global, reflejado en las grandes números económicos y en otros sentidos, consideró el entrevistado.
Pekín es en la actualidad la segunda economía mundial y su incidencia diplomática, comercial, financiera y tecnológica no está puesta en dudas. Por eso mismo, apuntó Mosquera, su crecimiento sacude el tablero geopolítico y obliga a un replanteo del orden mundial.
Pacientes pero contundentes
Además de los grandes números económicos que marcaron los primeros años del despliegue internacional del gigante asiático, otros ámbitos reflejaron este proceso.
A esta el país asiático altura no solo se ha desplegado internacionalmente, sino que ha logrado fortalecerse en lo militar, siendo el segundo país detrás de EEUU en gastos de defensa. A tal punto ha crecido que en la cumbre de la OTAN de 2019, en la que celebró 70 años de su creación, por primera vez se analizó la capacidad de la potencia como una amenaza para Occidente.
Lo doméstico y lo ajeno
Mosquera destacó que a diferencia de la OTAN y de las principales Fuerzas Armadas occidentales, Pekín no incursiona fuera de lo que considera asuntos domésticos.
Tanto el abordaje de la pandemia del COVID-19 como de los conflictos con India, Taiwán y Hong kong, pueden ser vistos como catalizadores "de una crítica al orden neoliberal", sostuvo.
Como evidencia de esto se refirió a la forma en que los medios y Washington vienen tomando posición "con respecto a conflictos que para China son internos". "Es claro que en el marco de los movimientos actuales del mundo y de nuevas disputas geopolíticas, estos son utilizados para defender el orden neoliberal", concluyó.