La historia se repitió, pero al revés. Casi 22 años después, los generales franceses estaban sentados en un vagón de tren aceptando los términos del ganador, que esta vez fue Berlín.
Francia estaba desmoralizada por la derrota en la batalla de Dunkerque y el bombardeo de París. Desde el principio de la campaña, en un solo año, 92.000 personas murieron y 200.000 resultaron heridas. El Gobierno simplemente no podía repetir el desastre de la Primera Guerra Mundial, cuando las pérdidas fueron de casi un millón de un total de 19 millones de hombres.
La delegación de Francia estaba encabezada por el general Charles Huntziger, quien estaba en contacto con el Gobierno de Pétain en Burdeos. Por la parte alemana, Wilhelm Keitel —el jefe de la Wermacht— desde el principio declaró que el texto redactado por los dirigentes del Tercer Reich no sería modificado.
"Nos quitamos de encima la vergüenza. Me siento como si hubiera nacido de nuevo", escribió Goebbels en su diario.
Las condiciones del acuerdo de paz
El Tercer Reich anexó Alsacia y Lorena, objeto de siglos de disputas entre los dos países europeos. Los departamentos del norte de Francia se fusionaron con Bélgica.
El alto el fuego entró oficialmente en vigor en la mañana del 25 de junio. Hitler hizo una declaración oficial en la que anunció "la mayor victoria de todos los tiempos". En Alemania, se le ordenó izar las banderas del Estado durante diez días y tocar las campanas durante una semana.