La estatua de la Virgen de la Leche de Conxo, de 150 kilos, yacía en el fondo del río entre otras piedras del mismo tamaño. Esas rocas acabaron dispersas en el río hace varias décadas después de que se derrumbase una gran presa que había sido construida en aquel lugar. En su día, la instalación garantizó un abundante caudal al viejo molino y a una fábrica de zuecos de madera.
— COFRADES EN EL MUNDO (@cofradesxmundo) June 16, 2020
La Virgen de la Leche de Conxo fue descubierta en el río el 5 de junio por Fernando Brey, un pescador que casi se cayó sobre la imagen gótica mientras lanzaba la caña. Nadie antes se había topado con ella. La escultura muestra una escena en la que aparece la madre lactante y entronizada de Jesús y que es idéntica a la que se conserva en la portada de la iglesia de Santa María Salomé, situada en la rúa Nova de Compostela.
Cuando ocurría, acababan siendo desacralizadas: proceso en cuyo transcurso se les deformaba la cara con ayuda de un cincel. Esta puede ser la razón por la que la Virgen tiene el rostro borrado mientras que el Niño ni siquiera cuenta con la cabeza.
Posteriormente estas piezas se enterraban o se reutilizaban como material de construcción para elevar muros o fundar cimientos. Según Yzquierdo, la Virgen no pudo ser trasladada al río desde muy lejos por "sentido común": su gran tamaño requeriría "un esfuerzo enorme". A pesar de eso el historiador no comparte la hipótesis de los vecinos, quienes creen que la escultura se reutilizó para construir la presa y que posteriormente se desprendió de ella. Sugiere que la escultura pudo haber procedido de un conjunto de los edificios monacales que se ubicaron en esa localidad a partir el siglo XII.