"El Chavo no tiene idea de quiénes fueron sus ancestros, y es una persona que nace y crece prácticamente despojada de toda posesión material, y de una cosa que es muy importante, que tiene unas implicaciones políticas muy importantes, y es el despojo de la memoria histórica", dijo Aguasaco a Sputnik.
Las creaciones de Roberto Gómez Bolaños han sido objeto de estudio para Aguasaco desde hace varios años, en especial cómo se nutren del Siglo de Oro español, en particular, de la obra de Cervantes y de la novela picaresca. Esto puede apreciarse en el ensayo de Aguasaco From the Picaresque Novel to 'El Chavo del 8', así como en su libro ¡No contaban con mi astucia! México: parodia, nación y sujeto, en la serie de El Chapulín Colorado, publicado en 2014.
El Siglo de Oro es un período que abarca desde los años posteriores a la llegada de Colón a América, todo el siglo XVI y gran parte del siglo XVII. Es una época de apogeo cultural y artístico español, en un contexto de florecimiento económico que cambia los sistemas de producción y consumo de bienes. El relato de la picaresca es el relato de los actores empujados por este proceso.
La transición de la Edad Media a la Modernidad en España supone un desplazamiento desde el medio rural a las ciudades, "y a pesar de que en España esa época se llama el Siglo de Oro, precisamente es la época en la que conocen más la pobreza, y una que no era tan común antes: la pobreza urbana", declaró Aguasaco.
En esta visión, el paralelismo entre El Chavo del 8 y la novela picaresca radica en una transición y una movilidad de igual signo, que ha marcado a América Latina a lo largo del siglo XX, la migración del campo a la ciudad.
Despojados, sin memoria
El personaje del Chavo "como lo sabemos, representaría a una descendencia de esa primera generación, o sea él sería la segunda o tercera generación de esas personas que se vieron desplazadas desde espacios rurales hacia espacios semiindustriales", señaló Aguasaco.
Los campesinos además de perder la tierra y su medio de subsistencia "también pierden la memoria histórica, y sus descendientes, desde mi punto de vista, están representados en el Chavo del 8", agregó.
En la novela picaresca la memoria es el relato del propio viaje, el narrador no se detiene en lo inmediatamente anterior a la peripecia, salvo partir de allí y construirse a sí mismo. En ese sentido, El Diario del Chavo del 8, publicado por Gómez Bolaños en 1995, retoma las convenciones del género picaresco, de novelas como El Lazarillo de Tormes. Allí leemos que nunca conoció a su padre, y que su madre desapareció un día. En efecto, el Chavo no tiene memoria, sino aprendizaje.
Sobre el origen del nombre del Chavo del 8, hay "dos explicaciones: tiene una explicación histórica y una explicación ficcional", informó Aguasaco. La ficcional, referida en el propia serie, es que el personaje, a pesar de que duerme en un barril en el patio de la vecindad, vivió en algún momento en el apartamento 8.
La versión histórica del origen del nombre es muy simple, pero también, casualmente, está muy ligada al poder político y al gran oligopolio de los medios de comunicación en México. Aguasaco refirió a los orígenes del canal 8, creado durante el Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz Bolaños (1964-1970), con motivos de los Juegos Olímpicos del 68. El entonces presidente era primo hermano de la madre de Roberto Gómez Bolaños, quien lo llamaba "tío Gustavo".
Nadie debería pasar por alto que uno de los episodios más tristes de la historia moderna de México ocurrió durante la presidencia de Díaz Ordaz: la masacre de Tlatelolco, del 2 de octubre de 1968. Entonces, unos 400 estudiantes murieron y otros 1.000 resultaron heridos por la salvaje represión militar y policial durante la protesta estudiantil en contra del Gobierno de Díaz Ordaz.
"Es curioso porque sin proponérselo hay una relación histórica con unos acontecimientos políticos marcados, en los que Gómez Bolaños tiene una carrera que asciende en forma paralela a esta circunstancia en la que un familiar suyo llega a ser presidente, la circunstancia en la que se abre un canal, pasan las olimpíadas, y después lo invitan por su talento, obviamente, a ser parte del canal 8 y el Chavo del 8 termina llevando ese nombre. Así que el Chavo del 8 siempre debería traer un eco no solamente al apartamento número 8 de la vecindad, sino al 68", señaló Aguasaco.
El Estado, las instituciones y la caridad
La crítica a las instituciones gubernamentales está presente en la serie. El Estado aparece representado por dos personajes: el cartero Jaimito y el profesor Jirafales. Sin embargo esa presencia del Estado ilustra su "ausencia" por inoperancia en garantizar el bienestar de la sociedad. "Jaimito el cartero pues da una imagen muy desesperanzadora, y tierna sí, del Estado. Es un Estado impotente, un Estado cansado que ni siquiera puede montar la bicicleta. Nunca aprendió a montar la bicicleta Jaimito el cartero, y los que le entregan las cartas son otras personas", indicó Aguasaco.
Asimismo, complementada la serie con El Diario el Chavo del 8 se deslizan críticas a la familia como institución. El Chavo "es hijo de una relación, de una familia disfuncional, es decir no tiene padres, un padre ausente [...] hay una crítica a una forma social que es la desilusión de la familia".
Voluntaria o involuntariamente por parte de Gómez Bolaños, ese conjunto de vacíos e ineficacia representado en la serie tiene una contraparte o "alternativa", según Aguasaco: la caridad. "La buena voluntad del señor Barriga que es el que lo lleva a Acapulco, la voluntad de la Chilindrina que lo invita a desayunar, Quico que le presta un juguete y con el que se pelea. Ese tipo de relaciones. Entonces, lo que sí hay ahí [...] es que se revela la carencia, la incapacidad del Estado de alcanzar a proveer servicios en ese mundo íntimo de la vecindad", explicó.
Asimismo, es necesario tomar en cuenta la función de la parodia cuando se amonesta a El Chavo del 8 por su "violencia". En la serie, así como en la picaresca, el maltrato infantil está presente, y debe ser leído de forma doble. Aguasaco opinó que "hace parte de lo que en la comedia se entiende como una violencia vacía de sentido, o sea que no está cargada de significado". Pero, además, como toda parodia, los golpes "sirven de recordatorio de que el maltrato infantil es real. Porque de lo contrario no serían efectivos a la hora de hacer la referencia. Una referencia para ser efectiva tiene que tener una base lógica, como una metáfora. Y aunque sea paródica no deja de tener esa resonancia", sostuvo el autor.
Ahora preguntarse si es voluntaria o no esa doble escritura —la crítica al modelo y la escritura de una versión de ese modelo— no vale la pena. Según Aguasaco, "lo importante no es necesariamente la intencionalidad del autor, sino la manera en que eso es asumido como parte del archivo latinoamericano" y cómo se lo interpreta.
¿Por qué la serie logró el sitio que tiene en la memoria colectiva latinoamericana, y que aún subsiste en retransmisiones constantes? La fama y el alcance de El Chavo del 8 están también fundados en la propia conformación del imperio Televisa, que funciona como un oligopolio.

Y la producción cultural de Televisa, con un rol central para El Chavo del 8, es generadora de una "identidad latinoamericana alrededor de unas narrativas comunes [...] que de alguna forma median con la realidad", sostuvo Aguasaco.
Por tanto, la caída en desgracia de la familia como institución, el maltrato infantil y la caridad ocupando la vacante que deja la ausencia del Estado son elementos que surgen de la interpretación crítica de la obra de Gómez Bolaños más allá de la intencionalidad.
"La serie se podría leer como algo que, lo quiera o no el productor, saca a la luz las injusticias. Y el Chavo siempre está tocando el corazón como para revelar esas injusticias", concluyó Aguasaco.