Varios medios europeos advierten de que a la pandemia del coronavirus se ha sumado la pandemia de la desinformación. Esta noticia les ha llegado a nuestros colegas de la Comisión Europea que ha constatado un flujo masivo de bulos en torno al COVID-19.
Según sostiene Bruselas, la avalancha de noticias falsas que amenaza a los europeos, tiene dos origines principales: Rusia y China. "La Comisión Europea acusa a China y Rusia de fomentar los bulos sobre la pandemia", titula a una de sus crónica la edición en español de la Euronews.
Lo que acabamos de escuchar es que "tienen pruebas suficientes" de esa actividad por parte de Rusia, sin entrar en detalle. Lo más increíble es que ni siquiera citan algún ejemplo característico de un "bulo" ruso. Se limitan a decir, entre otras pocas cosas, que Rusia y China pretenden mejorar con presuntas campañas de desinformación sus respectivas imágenes entre el público europeo.
La gran pregunta aquí es ¿qué es lo que consideran un bulo o una noticia falsa? En marzo comentamos una historia de una médica española que había perdido trabajo por poner mascarilla en su despacho cuando todavía las autoridades daban instrucciones contrarias. Ese podría considerarse un ejemplo de una noticia falsa que pretende comprometer los valores occidentales y causar escisión en la sociedad en tiempos del coronavirus.
Pero hablando en serio la verdad es que las medidas que Bruselas se propone con la excusa de la invasión de presuntas noticias falsas procedentes de Rusia y China parecen inéditas desde el punto de vista de los llamados valores occidentales.
"Bruselas pide a los gigantes de la red que aporten datos mensuales de su lucha contra la desinformación", titula a una de sus crónicas EFE TV.
Las plataformas deberán enviar informes mensuales con datos detallados de las acciones adoptadas para promover los contenidos procedentes de fuentes autorizadas, reforzar la sensibilización de los usuarios y limitar la desinformación sobre el coronavirus y toda la publicidad asociada. Suena como una buena idea en tiempos de emergencia, pero hay un detalle que al parecer se les escapa a los autores de este plan y que pone en duda su viabilidad.
Algunos expertos afirman que para tener éxito, la Comisión debe obligar a las empresas privadas a rendir cuentas de verdad. La pregunta clave de la que depende el éxito de las medidas contra la desinformación es ¿quién tendrá el poder de decidir si cierta información es dañina o no? Actualmente, la responsabilidad de moderar y desactivar la desinformación la tienen las mismas compañías que son parte del problema.
"Han seguido cediendo la responsabilidad de moderar y desactivar la información dañina, e incluso la información ilegal, a las mismas compañías que crean el problema. Cualquier solución que salga de la UE y que vaya en la dirección de privatizar la vigilancia del discurso en línea es un gran problema", afirma Marietje Schaake, del Centro de Política Cibernética de Stanford, en un comentario a la edición en español de Euronews.
Porque se entiende perfectamente que los funcionarios de la Unión Europea no podrán comprobar o verificar si esos informes son correctos e imparciales o simplemente corresponden a la demanda que llega desde Bruselas.
Mientras Occidente denuncia lo que califica como una injerencia o una campaña virtual de desinformación en tiempos de emergencia, hace caso omiso al intervencionismo real al otro lado del Atlántico. Afortunadamente, no todos están de acuerdo con semejante enfoque.
"Venezuela y Rusia instan a EEUU a cesar el intervencionismo", titula a una de sus crónicas Telesur TV.
Cuando dicen los responsables de la Unión Europea que una noticia falsa sobre el coronavirus puede matar es totalmente cierto. Pero también es cierto que las amenazas y las acciones intervencionistas de Estados Unidos en Venezuela han matado ya a miles de personas, siguen matándolas y representan una amenaza real en un futuro cercano.
"Rusia alerta del riesgo que supone presencia militar de EEUU en Colombia", titula a una de sus crónicas Telesur TV.
En resumen, por un lado tenemos unas incursiones virtuales supuestamente procedentes desde Rusia y China que aprovechan la emergencia del coronavirus, y por el otro lado un intervencionismo totalmente real por parte de EEUU en Venezuela donde Washington efectivamente podría estar preparando una nueva incursión en territorio venezolano.
Pero las presuntas campañas de desinformación contra Occidente por parte de Rusia de las que todavía no hemos visto pruebas fidedignas no dejan de hacer portada en los medios internacionales y causan unas medidas sin precedentes de la Unión Europea que pretende obligar a los gigantes de red aceptar sus reglas de juego. Mientras el intervencionismo real, en particular la aparición de asesores militares estadounidenses en la frontera entre Colombia y Venezuela, no causa interés de nuestros colegas. Parece que este problema solo preocupa a Rusia...